Domingo. En teoría el vuelo que Jet2 nos había ofrecido volaba de vuelta a Barcelona al mediodía. De todas maneras, a un servidor, no le hacía tanta gracia volver a casa tan rápidamente, y decidí quedarme por mi cuenta una semanita más recorriendo el norte de la isla esmeralda; en esa isla donde había pasado tres de los mejores años de mi vida.
Uno no puede irse de Belfast sin subirse a un taxi y visitar Falls Road, Shankill y, aunque sea desde una ventanilla de un coche, hacerse una idea de lo que ha sido y sigue siendo el ejemplo de una ciudad en continuo conflicto armado.
Aunque el proceso de paz en Irlanda del Norte parece ir en buen camino desde los últimos años, la realidad en las calles no dista mucho de la de hace unos años. Los murales en las calles siguen hablando de muertes no muy lejanas, la enorme comisaría de policía abruma, los pequeños monumentos funerarios en cada barrio dedicados a sus héroes y la enorme valla que separa el barrio católico del protestante nos siguen diciendo que el conflicto, a nivel social, existe y en gran manera. Pensaba que tras siete años encontraría el lugar más tranquilo y arreglado pero me angustió ver tan poquitas diferencias con el pasado.
Por ocho libras y un mínimo de tres personas os podéis subir a uno de esos taxis que recorren la zona histórica de la ciudad. Se trata de católicos que hace unos 35 años subieron esos taxis desde Londres para realizar servicios de transporte en la comunidad ya que no existía ni un sólo autobús que se atreviera a circular por Falls Road.
Los precios para todo aquél que quiere utilizar sus servicios son irrisorios y aparte realizan labores con los turistas para enseñan el lugar.
Llevan años conduciendo, viviendo y palpando cada esquina de esta ciudad. Conocen a todos y cada uno de los seres representados en los murales y quién se esconde tras cada lápida. Os enseñarán la ciudad a fondo -más allá de lo que os digan las guías- y os darán una magistral clase de historia basada en el pueblo y en el día a día de la dura vida de los católicos en Shankill.
Os dejo con un vídeo donde aparece la famosa compuerta que divide el barrio cuando se origina un conflicto, la enorme valla que separa ambas comunidades, la historia de una de las miles de víctimas del conflicto y un compendio de murales que se hallan diseminados por Shankill. Gary, taxista y voluntario, me llevó por la ciudad durante casi cuatro horas y en este vídeo será vuestro comentarista de excepción.
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