Dublín ha cambiado una barbaridad. Si hace apenas unas décadas sus habitantes se peleaban por conseguir el vuelo más barato para huir del país, hoy en día, si uno se pasea por O'Connell, Grafton Street, Howth, Malahide o incluso por el Coombe, nadie diría que éste país se hallaba en la retaguardia de Europa hace apenas una década.
Si miramos al presente, la imigración es mucho más alta que el número de gente que escapa de la Guinness y la patata y el gobierno ha aprovechado toda esa ingente manada de euros para levantar una ciudad limpia y alejarse de la cutrez que la había simbolizado.
Los precios, por supuesto se disparan, y posiblemente se trate de una de las ciudades más caras de Europa en estos momentos. Hoy en día, no es fácil encontrar una cerveza a menos de 4 euros, un plato a menos de 10, el vino más rancio y cutre a menos de 5 e incluso los billetes de autobús van a casi los dos euros.
Viví en la ciudad durante más de tres años y este fin de semana me pasé a ver a la “familia”. Esa dichosa “familia”, pretendía montarse una fiesta con sangría incluida. Así que sin contemplaciones facturé 10 litros de Don “Saimon” en la mochila con el amigo Ryan de los cuales 8 sobrevivieron (los otros dos quedaron solapados a mi ropa como amantes empedernidos) no os cuento las caras de los demás pasajeros tras el infame olor a rancio o los suplicios de la pobre lavadora. Más allá de las fiestas y las infinitas locuras que pueden producirse en Irlanda, mejor será que me base en el tópico del día, es decir, en las compras; Labor obligada tras el desastre vinícola que había sufrido a mi llegada a Dublín.
En el terreno de la ropa, las tiendas comunes como Zara, Arnotts, etc. suelen tener los mismos precios aproximadamente que en casa. En Penneys, por ejemplo, ya podemos encontrar alguna birguería a buen precio. De todas maneras, existen una serie de tiendas con unas bargains espectaculares que un servidor todavía busca ávido por Barcelona. Hmmm... será que eso de ser catalán lo llevo en los genes...
Y ahí va el secreto: Si uno se pasa por Talbot street (justo al ladito de O’Connell y Henry Street) y tiene tiempo de vagabundear entre las innumerables ofertas que se acumulan en las tiendas como la de Michael Guinneys por ejemplo, tendrá la suerte de encontrarse unos tejanos a medida por 6 euros, unos polos chulísmos a 2,95 euros, tres gayumbos al estilo Calvin Klein por 2,50 e innumerables chollos que, aunque parezca mentira, se pueden encontrar en esta carísima ciudad.
Fotografía | Barry Mason