Washington, breve guía de fin de semana (I)

Washington, breve guía de fin de semana (I)
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Tal vez no merezca la pena subirse a un avión para viajar a Washington y volver. Entre otras cosas, porque desde España ni siquiera existen vuelos directos. Ahora bien, si se desplaza a Nueva York y quiere conocer alguna ciudad más, la capital de Estados Unidos es la opción perfecta. Está a cuatro horas de tren de la Gran Manzana, o a apenas 45 minutos de avión.

Un día es suficiente para hacerse una buena idea de cómo es Washington, aunque algo superficial. Si se desea visitar alguno de sus museos (hay cientos) o los horarios del transporte no permiten aprovechar bien el día, lo más recomendable es pasar allí una noche. El recorrido puede empezar por el Capitolio. Aunque no es posible visitar su interior, hay que acercarse allí para hacerse la foto de rigor o bien para conocer los edificios aledaños, como el Tribunal Supremo o la enorme Biblioteca Nacional en honor al presidente Jefferson.

Rodeando el Capitolio, desde la escalinata de entrada en la que los presidentes juran su cargo, se avista ya el famoso obelisco o, mejor dicho, el Memorial de George Washington. Para unos será el lugar en el que Jane Fonda protestaba contra la guerra. Para otros, el punto de encuentro entre Forrest Gump, uniformado de militar, y su amada Jenny. Cuestión de generaciones. En cualquier caso, se recomienda tomar un taxi hasta allí (posiblemente verá, a lo lejos, el ala oeste de la Casa Blanca) y luego el ascensor hasta la cúspide. Disfrutará de espléndidas vistas de la ciudad.

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De frente encontrará el Memorial de Lincoln, esa famosa (y gigantesca) estatua del presidente americano sentado con un puño abierto y otro cerrado que se presta a múltiples interpretaciones. Lo mismo sucede con sus “tres caras”. Colóquese junto al perfil derecho de Abe y trate de descubrirlas. Si viaja con guía, raro será que éste no sepa resolverle el misterio.

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Entre ambos monumentos se encuentran, a izquierda y derecha, dos memoriales más. El primero recuerda a los caídos en Vietnam, cuyos nombres aparecen grabados en la pared. El segundo, aún más impactante, recuerda a las víctimas de Corea. Se trata de un pelotón compuesto por 19 estatuas en cuya mirada puede olerse la incomprensión, la desesperación e incluso el horror y el miedo.

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