Todo viaje a Nueva Zelanda debe incluir necesariamente una parada en Rotorua, una pequeña ciudad en el corazón de la Isla Norte que, a pesar de no tener mucho encanto en sí misma, constituye uno de los principales epicentros turísticos del país.
Y esto, ¿por qué? En primer lugar, en Rotorua se concentra un elevado número de población maorí, y por ello está considerado uno de los mejores lugares donde empaparse de la cultura nativa de Nueva Zelanda.
Por otra parte, la ciudad de Rotorua se asienta en una zona de gran actividad geotérmica y cuenta en sus alrededores con numerosas zonas de géiseres y lagos de azufre que, a pesar de su desagradable olor, atraen a numerosos turistas interesados en seguir un tratamiento en sus balnearios de aguas termales, o sencillamente, asistir a este espectáculo de la naturaleza.
Si disponéis de poco tiempo en el país, un día en Rotorua es más que suficiente para ver ambas cosas. Por la mañana podéis hacer una excursión a la reserva termal de Whakarewarewa, en cuyo pueblo habitan maoríes que han adaptado su modo de vida a la las condiciones de la zona donde se asientan, usando el agua de la tierra tanto para cocinar como para bañarse.
Entre las más de 500 fuentes y géiseres que se esparcen por la zona no perdáis de vista el famoso Pohutu, que entra en erupción veinte veces al día escupiendo una columna de agua caliente que puede llegar a alcanzar los 30 metros de altura.
Por la tarde, tras una visita al Museo de Rotorua, un paseo por el parque Kuirau, y tal vez disfrutar de una sesión de spa en algún balneario, se impone la visita a una “típica” aldea maorí.
Las dos opciones más conocidas son las aldeas de Tamaki y Mitai. Ambas, por un precio que suele rondar los 100 dólares kiwis (unos 65 euros) ofrecen un paquete que incluye transporte hasta la aldea, recorrido temático, espectáculo de danzas maoríes y un gran banquete hangi donde ponerse las botas con algunos alimentos cocinados al modo tradicional maorí... y otros que no guardan ninguna relación con la cultura aborigen del país.
Como podéis comprobar, todo en Rotorua está bastante enfocado al turismo, pero a pesar de ello la ciudad constituye una parada necesaria en vuestro viaje a Nueva Zelanda.
Si queréis acercaros un poquito al corazón de la cultura maorí, una visita a Rotorua puede ser considerada casi imprescindible. En un sólo día podéis ver todo lo que la ciudad ofrece y continuar vuestro camino a seguir descubriendo las maravillas de este fascinante país.
Foto | bato93, Carmen En Diario del Viajero | El Parque Nacional de Abel Tasman, Nueva Zelanda, Museo de Nueva Zelanda Te Papa Tongarewa, en Wellington