Hace solo unos meses nos sorprendió la noticia de que Air New Zealand iba a pesar a todos sus pasajeros para gastar menos combustible, y esta semana ya se especula sobre cuánto dinero podrán ahorrar las compañías aéreas en carburante, si los viajeros adelgazan gracias al uso de medicamentos como el Ozempic.
La cifra no es pequeña. Hasta 80 millones de dólares, según han publicado los analistas de Jefferies Bank, que se han dedicado a estimar las implicaciones que tendrá una "sociedad más delgada" por la utilización de este tipo de fármacos. ¿Tiene sentido?
Menos contaminación sin sacrificar beneficios: un chollo
Todo se limita a reducir la carga del avión, lo que equivale a emitir menos CO2. Una medida que no solo está motivada por ganar más dinero, sino también por la obligación de conseguir la neutralidad climática para el 2050, un punto clave en los acuerdos pactados con la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA).
Rebajar la frecuencia de vuelos, disminuir el número de asientos ocupados, cambiar a un combustible sostenible o permitir menos equipaje son opciones para lograr este objetivo. Sin embargo, es comprensible que poder adaptarse al reto de la descarbonización sin perder beneficios, supondría un win win para las aerolíneas.
Quizá no ha sido intencionado (imposible saberlo), pero parece mucho más fácil dejar caer la idea de que la obesidad de los clientes es la culpable del alto gasto de combustible, que asumir que las compañías aéreas van a tener que cambiar muchas cosas, si de verdad quieren contaminar menos.
Un estudio de la Unión Europea, recogido por La Vanguardia, constató el año pasado un aumento progresivo en el peso del pasajero medio, que actualmente está en 80 kilos el de los hombres y 68 kilos el de las mujeres. En Estados Unidos el peso medio de los hombres sube a los 88 kilos, y el de las mujeres a 70 kg.
De acuerdo que es un promedio, pero no parecen unas cifras tan exageradas como para empezar a mandar este tipo de mensajes. Y mucho menos cuando están asociados a la ingesta de medicamentos tan potentes como el Ozempic y el Wegovy (indicados para tratar la diabetes, pero que producen rebaja de peso) o el recientemente aprobado Zepbound, creado para adelgazar.
No todo es tan fácil como lo pintan
Los expertos predicen un gran aumento en el consumo de estos fármacos, pero no son adecuados para todo el mundo, ni tampoco funcionan en todos los casos. Algunos médicos denuncian que se está banalizando su uso, y que debería limitarse a pacientes con diabetes u obesidad, en lugar de prescribirse a personas que solo tienen algo de sobrepeso.
Además, conseguir resultados depende de un cambio de hábitos importante, que incluye ejercicio y alimentación sana. Por no hablar de los posibles efectos secundarios que incluyen náuseas, vómitos, diarrea, dolor de estómago y estreñimiento.
También existen otras trabas como su alto coste, aunque el Zepbound será más económico, o el desconocimiento sobre su seguridad y disponibilidad a largo plazo. Entonces, ¿por qué lanzar datos así de optimistas tan pronto? ¿No suena un poco a publicidad?
Por otra parte, si las aerolíneas quieren atender a temas relacionados con la obesidad, no hace falta que se pongan a intentar predecir el futuro. Ahora mismo, en el presente, podrían empezar a ocuparse mejor de las dificultades que sufren las personas con sobrepeso cada vez que se suben a un avión.
Puede que no les salga tan rentable como esa soñada "sociedad delgada e ideal", pero no hacerlo tiene un nombre claro: discriminación. La misma palabra que me viene a la mente después de leer especulaciones como las que plantea el estudio de Jefferies Bank.
Portada | Mohammad Arrahmanur - Unsplash