En Italia, al igual que en España, se toman la gastronomía muy en serio. Aunque aquí debemos estar más acostumbrados a ver cómo se hacen auténticas tropelías con las paellas en las zonas turísticas. Y solemos preferir pasar de largo.
No es el caso de Nicolas Calia, bloguero y fundador de la cuenta de Instagram @visit__sicily que ha liderado la protesta de activistas culinarios que tuvo lugar ayer en la Fontana di Trevi, el monumento más popular de Roma.
¿Los motivos? Están hartos de que los turistas cometan atrocidades contra la pasta. Es justo decir, a nuestro favor, que se refieren sobre todo a los turistas británicos o estadounidenses, pero quién sabe, ¿quizá tú también has cometido alguno de estos crímenes?
No pidas cappuccino con la pasta, por favor
Tenemos claro cómo pedir un café en Italia sin parecer idiotas, incluso qué debemos hacer para que no nos lo cobren a precio de oro, sin embargo, hay una norma que algunos visitantes de Italia se están saltando: pedir el capuchino en otro momento que no sea el del desayuno.
Los italianos no lo beben para merendar, ni después de comer, ni mucho menos acompañando la cena, que es lo que solicitó hace una semana una turista americana en un restaurante. El camarero, muy elegante, le dijo que sí, pero no le sirvió la taza hasta que no terminó su plato de espaguetis.
Esta es precisamente una de las reivindicaciones que pudieron verse en los carteles de la mini manifestación, escritos en inglés para mayor comprensión de los atónitos viajeros:
Los mensajes son claros:
- No tomes cappuccino con la pasta, ¡por favor!
- Deja de poner nata en tu carbonara
- Añadir pollo a la pasta es un crimen en Italia
Y recogen las quejas de varios restaurantes de Roma que están hartos de atender peticiones de los extranjeros poco respetuosas con las recetas tradicionales italianas.
¿Fallo de los turistas o de las trattorias?
Llegados a este punto, cabe preguntarse: ¿la culpa es de quien pide cambios en los platos o del que los sirve? Está claro que si hay carbonara con nata en Italia, es porque existen cocineros que la preparan, al igual que en el resto de países encontramos locales de restauración que adaptan los platos al paladar de los clientes de fuera.
Reconozco que, como medio descendiente de italianos, soy bastante purista de la pasta, pero todavía lo soy más de que cada persona pida la comida que quiera. De la misma forma, entiendo que cada restaurante es libre de atender la solicitud o no.
Hay turistas que disfrutan en sus viajes de probar sabores nuevos y auténticos, y otros a los que la idea no les entusiasma en absoluto y prefieren sus ingredientes de siempre. ¿Tienen que pasar un mal rato solo por preservar la cocina típica italiana? ¿Son ellos los responsables de que el legado culinario se pierda? Seguro que si eso ocurre, están influyendo muchos más factores.
Pero bueno, tampoco hay que ponerse tan serios, después de todo esta reivindicación no deja de ser una idea graciosa para difundir en redes. No obstante, como afirmaba el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud: “Bromeando, se puede decir cualquier cosa. Incluso la verdad”
Sea como sea, si te gusta la comida italiana y no te importa que te echen alguna bronquita de vez en cuando, vale la pena seguir las cuentas de Nicolas Calia. Un apasionado de la cocina made in Italy que cada día nos sorprende con una nueva delicia del Bello Paese.
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