Uno de los edificios más bonitos de Palma de Mallorca es el Gran Hotel, una construcción modernista que refleja ese estilo de finales del XIX y comienzos del XX que tocó con especial gracia la ciudad balear.
O al menos así me lo parece a mí, que me declaro entusiasta de este arte. Es un edificio del arquitecto Lluís Domènech i Montaner (autor del Palau de la Música de Barcelona, entre otras obras modernistas), terminado en 1903 y situado en el número 33 de la Plaza Weyler, junto a las deliciosas ramblas, el Teatro y las escalinatas que nos llevan a la Plaza Mayor.
El Gran Hotel, dicen, es el primer hotel que se abrió en Mallorca, o al menos fue el primero encaminado al gran turismo. Su inauguración fue una acontecimiento histórico. Se trataba de un establecimiento de lujo (probablemente el más lujoso de España en aquella época) que abrió las puertas a ese turismo que vería su auge décadas después.
Destaca esa fachada ampliamente ornamentada con motivos modernistas en azulejos, rejas, ventanales, esculturas... El interior también es una excelente muestra de la opulencia que ostentó en su mejor época, aunque hoy ya no aloja huéspedes adinerados.
Entonces constaba de planta baja, cuatro pisos, porche, azoteas, patios, jardin, lavanderías, dos pozos y otras dependencias. Los comedores se hallaban en la planta baja y estaban decorados con obras pictóricas firmadas por pintores famosos de la época, como los catalanes Santiago Russiñol y Joaquín Mir.
Había un total de 150 camas y solo diez de ellas poseían baño completo, algo impensable hoy día en un hotel de estas características. La suite superior contaba con todo tipo de comodidades y comedor particular. El mobiliario, el material de cocina y cubertería fueron adquiridos en grandes marcas internacionales.
Además el hotel contaba con una sucursal, Villa Victoria (el actual Gran Meliá Victoria), a orillas del mar, frente al puerto. Ambos establecimientos estaban bien comunicados gracias al tranvía, y muchos clientes acudían a comer a la sucursal, mirando el mar.
El hotel cerró sus puertas en 1941 tras la guerra y fue comprado por el Estado, sufriendo reformas bastante irrespetuosas con el carácter del edificio. Alojó el Instituto Nacional de Previsión hasta el año 1993, cuando el hotel fue comprado por la entidad bancaria de “La Caixa” que lo reformo por dentro y por fuera devolviéndole su aspecto original.
Actualmente ha sido reconvertido en centro cultural, y es la sede de la Fundación la Caixa en Palma de Mallorca. Contiene una exposición pictórica permanente, dedicada a Anglada Camarasa, muy recomendable.
Sus pinturas radiantes de sensualismo se han convertido en símbolo de la belle époque. Podemos ver 85 óleos, 182 dibujos, 54 estampas, litografías, esculturas y objetos personales que formaban parte de la colección del artista.
Además el Gran Hotel de Mallorca es sede de frecuentes exposiciones, conferencias y otras actividades culturales muy interesantes. Cuando vivía en la isla visitaba a menudo este espacio para disfrutar de su programación. Por cierto, una pena que no se puedan hacer fotos en su interior...
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