17 cosas que (casi) no he entendido de Japón (y II)
En la anterior entrega de este artículo os contaba un buen puñado de cosas que me había dejado ojiplático de Japón, concretamente de Tokio. Son cosas que, a veces, pasan desapercibidas, pero que están ahí, esperando ser escudriñadas por el ojo occidental poco entrenado (como el mío).
A continuación, os cuento otro puñado más de esas cosas, totalmente personales e idiosincrásicas.
8. La misma jarra de agua siempre
Fui a muchos restaurantes de distintas categorías, incluso a cadenas occidentales, como Starbucks o McDonalds. En todos te sirven siempre agua con hielo gratis. Eso favorece que la cuenta no sea demasiado elevada, porque puedes comer sin pedir bebida. Además, aquí las propinas parece que son síntoma de superioridad, así que está totalmente desaconsejado entregarlas. El precio que pone en tu plato es lo que deberás pagar, ni un céntimo más.
Las jarras de agua pueden estar en tu mesa o en una mesa supletoria, a la que vas a servirte. Pero lo más curioso es que todas ellas eran básicamente el mismo modelo (como una especie plástico duro ligeramente esmerilado con doble pared, pues en una va el hielo y en la otra, el agua). Me gustaron tanto que, como souvenir, quise comprarme una en un Tokio Two Hands. Precio: 2.000 yenes (algo menos de 20 euros).
9. Comen como cerdos
Hacer ruido al comer no parece de mala educación para los japoneses hombres, porque no ocurre lo mismo entre las mujeres (aunque también descubrí a alguna emitiendo un estentóreo chuporreteo al comer ramen). Normalmente, comen rápido, casi sin masticar, embaulando, como lo hacía Goku en Dragon Ball.
10. Delgados y longevos
La esperanza de vida los nipones es de las más altas del mundo. La mayoría de ellos están delgados, lo cual hiperboliza aún más la figura del luchador de sumo. Su alimentación es muy sana: tienden a comer muchos hidratos, pero pocas grasas, y además suelen cocinar con vapor, a la plancha y con muy poco aceite. Sin embargo, también disponen de muchas cadenas de comida rápida. Así pues, tal vez son delgados porque andan mucho (la mayoría de la gente viaja en transporte público), porque comen con palillos (les obliga a comer más lentamente que muchos occidentales y, por tanto, sienten antes la saciedad) y las porciones de los platos son más pequeñas.
Por si fuera poco, los japoneses cuidan la línea por otro motivo. Desde hace unos años, el Estado de Japón obliga a las empresas a medir la cintura de sus empleados mayores de 40 años. Si tienen más de 85 centímetros en el caso de los hombres o de 90 centímetros, en el caso de las mujeres, se les obliga a bajar de peso. De lo contrario, la empresa tiene que pagar más impuestos al sistema general de salud.
11. Cuidado con el humo, o no
Una gran contradicción japonesa es que en la calle no está permitido fumar libremente. Es habitual que haya espacios separados en la acera, rodeados de planchas de cristal o plástico, donde los fumadores se hacinan. Sin embargo, en muchos restaurantes está permitido fumar libremente.
12. Universo Kawaii
Desde un anuncio de crema para hemorroides a un cartel que advierte del peligro de electrocutarse, casi todo en Japón está representado por muñecos bonitos. Todo parece infantilizado, mono, kawaii. Todo es susceptible de tener ojos y boca sonriente, desde una gamba hasta una silla (sí, en serio, hay una silla que tiene su propio merchandising kawaii).
No debe parecernos tan extraño en un mundo donde los adultos también consumen manga y anime, donde las adolescentes se disfrazan de personajes de dibujos animados cada semana, donde los muñecos de tus series favoritas se venden como si fueran obras de arte (y con el mismo precio que tendría una obra de arte).
13. No hay chonis
Las japonesas suelen vestir muy bien, muy elegantes, sin mostrar escote (si acaso un poco de pierna). Casi como eternas adolescentes que acuden a un colegio de uniforme. Aquí es raro, rarísimo, encontrar esa deriva choni de bragas a la vista, tira del sujetador en el hombro, andares esparrancados y habla ligeramente gangosa y vocinglera, como mucho sonido “j” (ejj que nenggj). Las japonesas parecen princesas Disney. Sílfides que casi no tocan el suelo al andar. Incluso la típica adolescente que aquí te mira desafiante si te cuelas en el metro, aquí degolla la cabeza y pide perdón.
A veces da un poco de pena que la gente sufra tanto por tu bienestar, ejecuten genuflexiones versallescas a la mínima, y pidan perdón por cada desliz… pero vuelves a España, escuchas las primeras palabras en voz alta en cualquier medio de transporte, y te quieres volver de cabeza a Japón.
14. Toallitas para el sudor, venid a mí
Durante los meses de la canícula, en Japón hace tanta calor y hay tanta humedad en el ambiente que resulta imposible no ir con la ropa mojada de sudor. Los japoneses son tan elegantes que parece que ni sudan, pero si te fijas un poco más descubrirás que muchos de ellos llevan una toalla de tamaño mini que se pasan por la cabeza y el cuello para secar los excesos de la transpiración.
Estas toallitas tienen un tamaño casi diminuto, caben en cualquier bolsillo, y se venden por doquier customizadas con toda clase de motivos, desde manga hasta cultura tradicional.
15. Bolsos para hombres
¿Os acordáis de aquel capítulo de Friends en el que Joey se compra un bolso de mujer aduciendo que es un bolso para hombre muy varonil? Pues en Japón es así todo el rato. Los jóvenes más modernos y cool han adoptado la moda de comprarse bolsos para hombre que parecen bolsos para mujer. Es algo tan exagerado, tan descontrolado, que resulta casi paródico. A veces son bolsos enormes, azul marino, con sus decoraciones cuquis, y hasta una cinta de colores en las que pone Italia. Pareciera en bolso de batalla de Audrey Hepburn.
Además, los chicos más modernos suelen maquillarse, depilarse las cejas, y llevan el pelete sedoso tan bien peinado, que… en fin, a veces pudiera parecer que estamos delante de una chica. Y es que los hombres suelen ser barbilampiños (solo vi barba en los japoneses que iban realmente de malotes, que eran poquísimos), son delgaditos, son comedidos y educados. Y esos bolsos ayudan mucho a proyectar la parte femenina que todos llevamos dentro (dicen).
16. Como si vendieran fruta
En las puertas de muchos comercios, ya sean zapaterías, mercerías o cualquier otra clase de tienda, no es raro ver a un tipo megáfono en mano (o sin él) vociferando alguna clase de oferta o anunciando las bondades del lugar, como si estuviéramos en una frutería en mitad de un mercado de los de antes. Esto lo he llegado a ver incluso en tiendas y franquicias de marcas reconocibles en el interior de grandes centros comerciales.
17. Tapándose la boca
No fue tan común como pensaba que las personas llevaran ese protector facial en la boca para evitar el contagio de enfermedades infecciosas, aunque podría estimar, a ojo cubero, que lo llevaban uno de cada diez japoneses. Lo contradictorio es que, quienes no lo llevaban, solían estornudar o toser sin taparse la boca.
Llevar un trapo en la boca tampoco es tan raro en un país donde jamás de los jamases llegué a ver a un chico y una chica besándose en la calle, ni siquiera dándose una pequeña muestra de afecto.