17 cosas que (casi) no he entendido de Japón (I)
Japón

17 cosas que (casi) no he entendido de Japón (I)

HOY SE HABLA DE

Recientemente he tenido la oportunidad de pasar unos días en Tokio, una de las capitales más populosas del mundo. Reino idílico para geeks, friquis, nerds y otakus, aterrizar en Tokio es como hacerlo en otro planeta.

Qué duda cabe que hay países mucho más raros y trapisondos en el ancho mundo, pero si nos centramos en el Primer Mundo, en lugares donde podemos encontrar un McDonalds y un Starbucks, donde hay internet de alta velocidad, buenas comunicaciones y universidades de prestigio, Japón sin duda es uno de los países más diferentes que podéis visitar. Tanto es así que he tenido que recopilar 17 cosas que llamaron particularmente mi atención y para las cuales solo tengo una explicación parcial.

Dientes mal colocados

Una de las cosas que más llamaron mi atención al poco de aterrizar en este país marciano fue que muchas chicas tenían los dientes feos. Mal alineados, algunos incluso sucios, como si en Japón la ortodoncia fuera anatema.

Al parecer, hay varias explicaciones para esto. La primera es la yaeba, una práctica que consisten en ponerse los dientes mal deliberadamente para ofrecer una imagen más aniñada, como esos dientes de leche que pronto caerán (y por lo tanto no vale la pena corregir). Otra explicación es que los dientes perfectos, la típica sonrisa de Hollywood, podría amedrentar demasiado al género masculino, bastante temeroso del género femenino por lo general.

A todo esto se suma que las chicas se tapan la boca para reír, tal vez para reforzar esta infantilización.

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Bahía de Odaiba

2. Maid Café o los hombres emasculados

Gran parte de la cultura nipona gira entorno a la idea de que los hombres tienen miedo de las mujeres. Las mujeres con personalidad, echadas para adelante, adultas en general, producen inseguridad al varón. De modo que, además de los dientes mal colocados, encontramos mil signos que refuerzan esta dinámica social.

Así podríamos decir que entre la prostitución en el sentido tradicional de la palabra (sexo fácil sin interacción social) y la no prostitución hay un sinfín de grados intermedios. En uno de estos grados están los Maid Café. Resumiéndolo son cafeterías donde pagas por tomarte algo y, también, por una chica bonita que te dé conversación. Ese tipo de conversación en la que puedes llorar por lo mal que te va en el trabajo. Compañía emocional para sentirte mejor.

Estas chicas visten como sirvientas, mayormente, pero hay de todo. Son chicas dóciles, sonrientes, accesibles, nada amedrentadoras.

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3. Cigarras vocingleras

Si estáis en verano por Tokyo, como fue mi caso, quizás oigáis el canto de algunas especies de cigarras. En realidad, a mí me costó identificar que eran cigarras, incluso que eran insectos. Al principio pensé que el origen de ese ruido infernal, entre metalúrgico y dínamo eléctrica que va in crescendo, procedía de algún cable eléctrico en mal estado, o una maquinaria oculta en alguna casa.

El ruido de algunas calles puede ser tan elevado que es difícil hablar tranquilamente con tu interlocutor. Además, estas cigarras tienen un tamaño nada desdeñable, casi como un dedo pulgar. No sé exactamente qué especie fue la que yo vi.

4. Andar comedido

Muchas chicas andan con tanta contención que parece que avancen por terreno minado. Otras llegan a juntar las puntas de los pies hacia dentro, tanto si andan como si se sientan, simulando vagamente el caminar de las geishas. Supongo que aquí estamos ante otra muestra de infantilismo y comedimiento tan necesarios para simular una zona de confort masculina.

En general, todos andan en fila. De hecho, al poco puedes llegar a tener a dos o tres justo detrás de ti, ajustando su velocidad a la tuya, como si te hubieras convertido en su flautista de Hamelín. Raramente te avanzarán y, si pueden, te usarán como cabeza de pelotón para no tener que pensar por dónde deben discurrir sus pasos en aras de esquivar obstáculos. Dado que en Tokyo hay más de diez millones de habitantes, sospecho que es la mejor forma de proceder.

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Barrio Hipster de Tokio.

5. Hablan mucho en los comercios

Cada vez que entras en cualquier tienda o restaurantes, así cuando te marchas, todos los que allí estén suelen decir en voz bien alta y ligeramente cantarina las mismas frases. La de llegada puede traducirse como Bienvenido. La de despedida como un encomiástico gracias. Es bastante chocante que al salir de un restaurante, por ejemplo, todos los camareros y cocineros entonen al unísono un gracias o un hasta pronto, alargando exageradamente el último fonema.

6. Los pases de manos al cobrar

Tocar dinero no está muy bien visto en los comercios, menos aún en los restaurantes. Por eso es frecuente que en la puerta de los restaurantes podamos escoger nuestros platos y bebidas a través de una máquina e introducir el dinero en ella para que escupa un ticket que entregaremos al camarero.

Cuando no es así, el dinero suele depositarse en una bandeja que queda junto a la máquina registradora. El empleado, entonces, toma el dinero, no sin antes decir en voz alta (supongo, porque no lo entendí) el dinero que has depositado y que se dispone a cogerlo y darte tu cambio (deduzco que decían esto y más cosas porque sus frases eran interminables). Entonces sacan el cambio, te muestran los billetes que te van a entregar como la habilidad de un crupier y, en casos más extremos, te entregan el dinero haciendo una reverencia tan aguda que las manos que sujetan el dinero (siempre las dos simultáneamente, como si pesara) quedarán por encima de la cabeza.

Toda la composición semeja poderosamente a la de alguien que entrega una ofrenda a su dios (en este caso, el cliente).

Toda esta representación siempre se interpreta con tal convicción que nunca detecté hartazgo en quienes me atendían. Toda esta suerte de Asperger generalizado es tan opaco a mi escrutinio que incluso en la camarera peor pagada jamás atisbé el más mínimo de brillo de parodia, escepticismo o desprecio en sus ojos. Todo tan artificiosamente neutro. Todo tan teatralmente verdadero.

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Parque temático J-World donde, como veis, me refocilé en la serie Dragon Ball.

7. El teatro cuyas formas se pierden con el alcohol

Todo este teatro de voces cantarinas, contención social y reverencias se diluye completamente cuando el ciudadano ingiere un poco de alcohol por la noche, generalmente en el ámbito de algún karaoke. Entonces se desmelena, cuenta sus penas y abandona por completo su educación.

En la próxima entrega de este artículo os presentaré otro puñado de cosas que me dejaron ojiplático.

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