The Fat Duck, un restaurante que ofrece una experiencia más allá de la gastronomía
Qué duda cabe que Inglaterra, a pesar del tópico de que su gastronomía es sosa y monocroma, ha ido adaptándose a los nuevos tiempos, asimilando gastronomías de otros países, hasta convertirse en una caleidoscopio gastronómico.
Ello finalmente tambén ha propiciado el nacimientos de chefs de fama internacional, e incluso de restaurantes dignos de estar en el Top10 mundial. Uno de ellos es The Fat Duck. Algo más que un restaurante.
Platos como obras de arte
The Fat Duck de Heston Bumenthal, el laboratorio culinario del que han nacido los innovadores platos de uno de los mejores restaurantes del mundo. Se encuentra en Bray, Berkshire, Inglaterra.
Allí son conscientes de que se crean mejores experiencias gastronómicas si se narran historias alrededor de los platos. La razón es que, al contar un argumento con estructura narrativa, el comensal estará en mejor disposición para fragmentar la experiencia, y así agrupar luego elementos para memorizarlos con mayor facilidad. Por eso la experiencia es difícil sacar de tu cabeza, como explica Charles Spence en el libro Gastrofísica:
Aún recuerdo como si fuera ayer coger lo que parecía un sobre de vitela normal y corriente, con la esperanza de que me permitiera recordar los platos que había devorado y averiguar los que estaban a punto de llegar. Me sorprendió sentir que lo que estaba tocando con la yema de los dedos tenía textura de piel (el sobre había recibido un tratamiento especial). No era en absoluto lo que esperaba y ese momento de “sorpresa oculta” se ha quedado conmigo para siempre.
Chris Young es uno de los chefs fundadores de esta clase de gastronomía experimental. No en vano, es un personaje ciertamente excéntrico. El propio Young, por ejemplo, celebra una barbacoa anual que resulta de todo punto hiperbólica, como él mismo refiere en el libro Armas de Titanes, de Timothy Ferriss:
No fue un gran problema perforar un pozo de más de metro y medio de ancho y de profundidad en ese jardín y convertirlo en un jacuzzi para cocer sous vide un cerdo de ciento treinta kilos. Cada año subsiguiente durante los cinco años posteriores intentamos superarnos con algo más peligroso, más disparatado, más grotesco. Peligroso en el sentido de que pudieran quemarse las casas de los vecinos, o que alguien muriera al verter cemento, o que alguien se quemara hasta quedar reducido a cenizas por cocinar con magma, ese tipo de cosas.
Ubicado en un edificio del siglo XVI que anteriormente había sido la univación del pub The Bell, The Fat Duck abrió sus puertas el 16 de agosto de 1995. Aunque originalmente sirvió comida similar a la de un restaurante francés, pronto adquirió una reputación de precisión e invención, y ha estado a la vanguardia de muchos desarrollos culinarios modernos, como el maridaje de alimentos, la encapsulación del sabor y la cocina multisensorial.
El restaurante obtuvo su primera estrella Michelin en 1999, la segunda en 2002 y la tercera en 2004, lo que lo convierte en el más rápido del Reino Unido en obtener tres estrellas Michelin. Perdió su estado como un restaurante de tres estrellas en la guía de 2016 debido a la renovación que impidió que estuviera abierto para su evaluación. Con todo, The Fat Duck sigue siendo otro universo. Culinario.