Positano es uno de los enclaves más característicos de la Costa Amalfitana y de toda la península de Sorrento (Italia). Su ubicación, encaramado entre los acantilados y la montaña, ha provocado que no existan calles convencionales en su interior, sino estrechos callejones,a menudo formados por pequeñas escaleras. La estrecha carretera por la que se accede a este pueblo (así como al resto de la costa), colgada en el acantilado (a veces, literalmente), contribuye al encanto de este lugar.
Para aquellos que estén pensando un destino para una escapada, o una escala en un recorrido por Italia, les dejamos aquí algunas ideas para ocupar un día completo.
Comenzamos el día abriendo los postigos de madera de una ventana imaginaria para descubrir de golpe toda la belleza de la bahía frente a nosotros. Como decíamos, Positano (a poco más de 40 kilómetros de Nápoles) se encarama en la ladera de un monte pegado al mar, por lo que, además de gozar de vistas maravillosas desde cualquier ventana, tendremos que estar preparados para subir y bajar escaleras todo el día.
Para ubicarnos mejor, empecemos nuestro recorrido por la zona de Fornillo, una de las caras del pueblo, que se asoma a los altos acantilados que forman su costa. Desde aquí podemos ver claramente las 3 islas que conforman el archipiélago llamado “Li Galli” o “Sirenuse" ya que se piensa que allí viven sirenas.
Se los anticipé, para conocer Positano hay que estar en forma. Al menos para bajar los 400 escalones que nos llevan a la playa de Fornillo. El camino se hace más llevadero al pasar por casas de estuco blanco, cada una con su pequeña terraza y llenas de buganvilias. Por lo general esta playa de arena negra se encuentra tapizada de cuerpos al sol, y aunque su temporada alta no comienza sino hasta junio, es probable que encontremos carapálidas casi en cualquier época del año. Recomiendo caminar hasta el final de la playa, pasar por una abertura de la piedra en el acantilado para descubrir una pequeña rada donde estaremos más tranquilos.
Es hora de aventurarnos un poco más allá. Podríamos tomar el alíscafo para llegar en 25 minutos a otro lado de la bahía, a Amalfi. Pero decidimos hacer el camino por la carretera en un autobús local que sale de la Piazza dei Mulini (el ticket cuesta aproximadamente 2 euros). El viaje dura unos 40 minutos y en ciertos lugares parece que vamos "colgados" literalmente de los acantilados. Desde el camino pueden verse las famosas grutas que socavan las paredes de piedra.
En todo este área es muy común encontrar restos prehistóricos especialmente en las cavernas donde presumiblemente vivían aquellos hombres. Una de las más importantes está a la salida de Positano rumbo a Amalfi: la Grotta La Porta, en la pequeña rada de su mismo nombre. Aquí se hallaron restos de moluscos, conchas marinas, rocas grabadas con cabezas de animales y demás evidencias paleolíticas.
Una vez llegados a Amalfi, una parada técnica para cargar energía con una pizza de panceta y setas con una copa de vino blanco afrutado. Y a seguir subiendo. Calles blancas cada vez más y más arriba, hasta llegar a la antigua Via Annunziatella desde donde tendremos un maravilloso panorama del Valle de los Molinos.
Después de miles de escalones para arriba y para abajo, nos merecemos un descanso. Para ello, vamos a darnos un gusto: nadar y cenar en una cueva. Toda una experiencia que no cuesta demasiado en temporada baja (unos 30 euros por persona). Se trata de uno de los tantos restaurantes populares de la playa. Nada de lujos, todo muy informal e italiano. Incluye un corto trayecto en una simpática barquetta (foto) desde Positano hasta el restaurant sobre una pequeña playita donde poder nadar y luego cenar dentro de la cueva.
Al final, nos vuelven a dejar en el puerto para llegar al hotel y, cerrando los ojos, podamos revivir un día a full en Positano.