Los acantilados son tan típicos de Irlanda, como la música celta o la cerveza negra. Al oeste de Irlanda, en el condado de Clare, podemos encontrar uno de los acantilados más altos del país, alcanzando los 214 metros sobre el mar. Los Acantilados de Moher son superados en altura por los acantilados de Croaghaun y de Slieve League en Irlanda, pero en belleza se encuentran muy parejos y como curiosidad, os diré que en ellos se rodaron escenas tanto de la Princesa Prometida como de Harry Potter y el Príncipe Mestizo.
Hay multitud de leyendas acerca de estos acantilados. Aunque Moher en irlandés o gaéilico significa ruina, a estos bellos acantilados se les rebautizó como los Acantilados de la Locura, para la novela (y la película) La Princesa Prometida, cuando el grupo de protagonistas liderados por Mandy Patinkin (en el papel del espadichín Iñigo Montoya), tras escalarlos comienza su lucha con sus famosas palabras. Hola, mi nombre es Iñigo Montoya, tú mataste a mi padre. Prepárate para morir.
A los Acantilados de Moher se puede llegar en coche o en autobús. Como no hay alternativa para aparcar, te cobran 8 euros por la entrada y el parking. La ruta de los acantilados comienza en la torre de O’Brien, y luego recorre los acantilados durante los 8 kilómetros de extensión que tienen. La torre tiene como particularidad que fue construida por Sir Cornellius O'Brien en 1835, quien tuvo gran capacidad de anticipación al diseñarla como mirador para los cientos de turistas que acudían al lugar por aquel entonces.
Los acantilados son impresionantes e hipnóticos, parecen rodeados de un halo mágico. Quizás por eso fueron una excelente localización para la película de Harry Potter y el Príncipe Mestizo. Es increíble ver estrellarse al mar contra la roca con tanta fuerza. La forma de los acantilados va cambiando a medida que se recorren. Hay uno que parece una puerta, otro que parece un cuerno, otro que esconde una cueva. No os cansaréis de verlos.
Hay que tener mucho cuidado a la hora de caminar por los acantilados. El sendero es bastante estrecho y por algunas zonas no hay ninguna valla que os proteja. Llevad buenas botas para no resbalar e id lo más alejados posibles del precipicio. En resumen, los Acantilados de Moher, o los Acantilados de la Locura, nos ofrecen un paisaje mágico e impresionante que corta la respiración.
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Imágenes | j0sh (www.pixael.com) | M. Bertulat