¿Merece la pena montar en tranvía por Lisboa?
No sé si a vosotros os pasa, pero parece un instinto de todo viajero: cuando visitamos un país o ciudad donde usan un método de transporte que no es usual donde vivimos, queremos probarlo. Si tu ciudad no tiene metro, cuando viajas a una que lo tiene te parecerá un mundo (mientras que todos los lugareños parezcan aborrecerlo). Lo mismo pasa con el funicular, el teleférico o, en el caso de Lisboa, el tranvía.
Y no voy a culpar a los turistas que visitan la capital portuguesa pues, desde fuera, esos bonitos tranvías que recorren la Alfama o el centro de la ciudad tienen mucho encanto. Una vez que los pruebas, no tanto. Y es que subirse a este cruce entre el metro y el tren de la bruja puede resultar una aventura o un martirio, según se mire.
Lo primero que hay que saber del tranvía es que no es un medio de transporte rápido y si no vas sentado tampoco muy cómodo. Por ello hay que evitar subirse en las líneas más concurridas, como las de los barrios más turísticos, pero claro, tampoco nos vamos a ir al extrarradio sólo para montar en tranvía.
De entrada, yo os recomendaría que pasaseis de montar en tranvía en Lisboa, por lo menos en temporada alta, pues aunque es muy típico no compensa el tiempo de espera haciendo cola con la experiencia de viaje. Probablemente iréis como en una lata de sardinas y si no conseguís asiento junto a la ventana no veréis nada.
Si dicho esto aún queréis montar, aquí van algunos consejos...
Líneas de tranvía que pasan por el centro de Lisboa
La línea 28 es la turística por antonomasia, ya que pasa por gran parte de los puntos turísticos de Lisboa, cruzando el Bairro Alto y Chiado, Baixa, pasando por la Catedral la Sé y adentrándose en la Alfama. Muchos turistas intentan coger esta línea en el Bairro Alto o Baixa: error, los tranvías vendrán ya hasta arriba de gente, iréis de pie y sin ver nada. Lo mismo si pretendéis bajar desde Alfama hacia el centro.
Para intentar conseguir asiento con ventana en la línea 28, vuestra mejor opción es ir hasta Prazeres (en autobús o en metro hasta Rato y luego andando un poco) y allí coger el tranvía 28 en su cabecera. Fijaos bien que el tranvía que tomáis llegue hasta Martim Moniz o Graça y no os deje antes. Con todo, esto no os garantiza un viaje cómodo y con vistas, pues muchos turistas ya saben este truco y se hacen colas en Prazeres.
¿Qué otras opciones hay? Descartad la línea 15 que va a Belém, pues sus trenes son los únicos modernos que no lucen como los tradicionales que operan desde 1901. La línea 12 está algo menos colapsada que la 28, sale de Praça da Figueira y hace un recorrido circular pasando por Martim Moniz, Miradouro das Portas do Sol o la Catedral. También habrá colas, claro.
Por último, existe una alternativa que quizás es menos auténtica pero sí más práctica: los tranvías turísticos. No coincidiréis en ellos con los lisboetas (tampoco habrá demasiados en la línea 28) y serán más caros (entre 10€ y 19€ frente a los 2,85€ del billete sencillo del tranvía común), pero os garantizará un viaje más cómodo y sin agobios. Estos tranvías turísticos los identificaréis por su color rojo o verde.
Mi consejo: Lisboa se ve mejor caminando. Y los tranvías, desde fuera.
Fotos | Álvaro Onieva
Enlace | Lisboa en un día
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