Al norte de Alemania, formando su propio estado federado (o Land) nos encontramos con la bella ciudad de Hamburgo, que cuenta con algo más de 1.800.000 habitantes, siendo la segunda ciudad más poblada del país y la séptima de Europa.
La ciudad tiene su origen en el año 808 d.C. cuando Carlomagno mandó construir en la zona un castillo, de nombre Hammaburg, para controlar los barcos que llegaban por el río Elba. Sin embargo, no queda ningún vestigio de este castillo ni siquiera se ha localizado cuál era su ubicación exacta. Como tampoco se sabe de dónde procede el término “hamma” que le dio nombre, siendo “burg” castillo.
El puerto de Hamburgo
Hamburgo está bañada por los ríos Alster y Elba, este último la atraviesa, en su camino del Mar del Norte del que distan unos 100 km desde la ciudad. Su posición estratégica sobre el río, y el hecho de que sea navegable por grandes barcos hasta su desembocadura, hizo de esta ciudad un importante puerto marítimo desde la época de los vikingos.
Pero su mayor desarrollo a partir del siglo XII forma parte de la Liga Hanseática, formada por las ciudades costeras bañadas por el Mar del Norte y el Mar Báltico de Noruega, Finlandia, Suecia, Países Bajos, Polonia, Inglaterra y Finlandia. Esta liga se constituyó para fomentar el comercio entre los distintos países, propiciando el crecimiento de toda su zona de influencia, tanto a nivel comercial, como cultural o demográfico.
Así, el de Hamburgo se ha convertido en el segundo puerto más importante de Europa, después del de Rotterdam, en volumen de tráfico de mercancías. Podremos recorrerlo en alguno de los barcos que realizan recorridos turísticos entre los grandes buques mercantes. Los domingos, además, se celebra una tradicional subasta de pescado en sus viejas lonjas.
Hamburgo también tiene Barrio Rojo
Un paseo por las callejas que rodean el puerto nos descubre un Hamburgo bohemio y cosmopolita. En esta zona, que forma parte del barrio de Sant Pauli nos encontramos con el barrio rojo de la ciudad. En sus calles nos tropezamos con clubs, bares nocturnos, burdeles y salas de juego, así como una gran cantidad de sex shops.
Desde la avenida principal del barrio hacia el puerto, descubrimos una calle que nos recordará las calles del centro de Ámsterdam, con los conocidos ventanales a modo de escaparates desde los que se ofrece la “mercancía” de los servicios sexuales a los viandantes.
Para entrar a ella hay que pasar una especie de burladero colocado para impedir la visión y restringir el paso sólo a varones mayores de 18 años tal como reza el cartel que veis en la foto “Entry for men under 18 or women, prohibited”. Esta limitación está bien indicada a la entrada, y lo llevan a raja tabla. Conozco el caso de una pareja de hombre y mujer que, más incautos que valientes, decidieron entrar a pesar de lo establecido. En sólo un instante tres o cuatro ventanas se abrieron y, entre gritos a la mujer para que se marchase, la bañaron con varias botellas de agua. Así que si vais y sois mujeres, mejor que no lo intentéis.
Foto | sanchom En Diario del Viajero | El Barrio Rojo de Ámsterdam En Diario del Viajero | Museo de la emigración alemana, en Hamburgo