No todos los días tiene uno la oportunidad de encontrarse ante un importante personaje histórico embalsamado; por eso, la visita al mausoleo de Lenin en Moscú puede ser considerada tan morbosa como imprescindible.
El mausoleo de Lenin se encuentra en el lado oeste de la Plaza Roja de Moscú, bajo las murallas del Kremlin y frente al elegante edificio de los almacenes GUM. No tiene pérdida: a pesar de su pequeño tamaño, los guardias uniformados que lo custodian y la gran aglomeración de turistas que a todas horas se hacen fotos frente a su puerta, lo delatan.
La entrada es gratuita, por lo que lo único que debéis hacer es dejar vuestras mochilas, cámaras de fotos y vídeo en la consigna del Museo Estatal de Historia (en el extremo norte de la plaza, a pocos metros del mausoleo) y poneros a la cola. Ésta podrá ser más o menos larga en función de la hora a la que lleguéis, pero al no permitir estar mucho tiempo en su interior, avanza bastante rápido.
Una vez dentro, la experiencia de ver al líder intelectual de la Revolución Rusa convertido en un muñeco inmune al paso del tiempo, es diferente dependiendo de la persona: hay quien lo considera un momento solemne, quien se escandaliza, y por supuesto, el típico gracioso que deja escapar alguna risita acompañado de un comentario fuera de lugar. No diré nada más: lo mejor es que lo veáis vosotros mismos.
Al salir, prestad atención a las tumbas que encontraréis a la derecha: ni más ni menos que Stalin, Breznev, Chernenko, e incluso el astronauta Yuri Garain reposan a los pies del Kremlin, aunque resulta difícil identificar cada sepultura sin unos mínimos conocimientos de cirílico, o una buena memoria fotográfica con las caras.
Corren rumores de que pronto Lenin será trasladado a San Petersburgo para ser enterrado junto a su madre, tal y como era su deseo. Por si acaso, no demoréis mucho en visitar su mausoleo; si no, siempre nos quedarán otras “momias”, como la de Ho Chi Minh en Hanoi, o Mao en Beijing...
Imagen | Japrea En Diario del Viajero | Mausoleos a visitar (I), (II)