Jueves 21 de abril. Diario de a bordo de un minicrucero por el Mediterráneo. Amanece un día espléndido antes de hora: el ruido del aire acondicionado (que pronto sabríamos controlar) y el balanceo del barco no me han deparado demasiada buena noche.
Pero me levanto con ganas de probar lo que para mí pone la guinda de los alojamientos: el desayuno. Ya lo he comentado en alguna ocasión, me encanta disfrutar de los desayunos como no hago en casa, por las prisas, por la salud... no me veo todos los días desayunando de una forma tan opípara.
Pero aquí, sí. Y el bufet no me defrauda. Hay varios tipos de pan, tostadas calientes, fiambre, bacon, huevos, chocolate caliente, crepés, salchichas, bollería de todo tipo (de esto sí me abstengo) y una fruta variada deliciosa.
Llegaremos a Marsella hacia las 14 horas, por lo que tenemos tiempo de recorrer el barco a lo largo y ancho, conociendo nuevos rincones aún sin descubrir y aclimatándonos al buque. Ya no nos perdemos, al fin y al cabo no es tan grande...
Comienza la maratón de fotos
No, no me refiero a mi impulsivo e irrefrenable dedo sobre la cámara de fotos. A la subida al barco nos hicieron unas fotos con un bonito decorado de maletas antiguas y fondo de crucero. Serían las primeras de una larga serie.
La noche anterior, una falsa capitana posó junto a nosotros en la mesa durante la cena. Son las primeras fotos que se expusieron en la "Galería fotográfica" del Grand Celebration, donde curiosamente está prohibido hacer fotos o vídeo.
Preciosas, la verdad, sobre todo la primera, pero a un precio desorbitado. Intentan que veas una oferta en que te regalan un DVD del barco, pero... 17 euros por una fotografía me parece excesivo. Pienso que tal vez vayan bajando los precios próximamente, aún queda mucho viaje y desde luego muchas fotos por añadir. ¡Si parecemos estrellas de cine!
Era solo el principio de una maratón de fotos que me ha hecho pensar, y mucho, dónde irá a parar la ingente cantidad de fotos que no venden y que si yo fuera responsable daría a la venta de fotos algún aliciente para no vaciar (tanto) los bolsillos de los pasajeros y de paso hacer algo de bien al medio ambiente: seguro que vendían (y ganaban) más.
Excursión a Marsella
Una de las desventajas de haber cogido este viaje tan a última hora fue que no me dio tiempo a preparar las visitas. Apenas unos vistazos rápidos por internet para ver las situaciones de los puertos respecto a la ciudad. El barco atracaría lejos de Marsella, en el puerto nuevo, y si teníamos que coger una excursión durante el viaje (el presupuesto no da para más), sería ésta.
Ajaccio queda junto al puerto e Ibiza ya la conocemos y podemos movernos más fácilmente para llegar al casco histórico. Pero de Marsella no sé nada. De modo que reservamos la excursión. Un dineral. 45 euros adultos y 22'50 euros los niños a partir de tres años.
Ahora pienso que tal vez podíamos haber cogido el servicio de autobús al centro de Marsella (7 euros) y allí intentar movernos a nuestro aire, pero preferimos ir más cómodos y con guía. Una opción bastante apetecible (que entonces desconocía) sería coger alguno de los trenes turísticos que dan paseos por Marsella, descubriendo puntos interesantes de la ciudad (7 euros el que sube hasta Notre-Dame de la Garde).
El Grand Celebration ofrece tres modalidades de excursión en Marsella, todas de media jornada y una duración aproximada de cuatro horas:
- Aix en Provence, visita a la ciudad universitaria y termal, centro cultural y político de Provenza, situada a una media hora de coche desde el puerto de Marsella.
- Visita a Marsella, que es la que escogimos nosotros y la mayor parte del pasaje que optó por hacer la excursión organizada desde el barco.
- Avignon, sin pisar Marsella, con un trayecto en autobús de aproximadamente una hora para llegar a Avignon (esta excursión duraba un poco más debido a esto).
Me resulta imposible resumir en un solo post sin hacerlo tendente al infinito lo que dio de sí la excursión a Marsella, por lo que volveré con esta ciudad mediterránea con 26 siglos de historia que me fascinó. No me extraña que sea la Capital del Sur de Francia.
Eso sí, en apenas tres horas y un atasco monumental cuando nos trasladábamos a la catedral hicieron de esta visita una rauda toma de contacto con Marsella que casi casi llega a la exageración de algún anuncio que propone ir al baño de manera sencilla cuando viajamos (o 'turisteamos') con prisas.
Había cientos de pasajeros que escogimos esta excursión, por lo que la organización llevó más de una hora hasta que conseguimos salir del barco y subir a los autobuses previo "pasillo de campeones" de paisanos vestidos con el traje típico de la región que nos obsequiaban con unos saquitos de lavanda.
A la vuelta, a la entrada del barco había unos puestecillos de venta con souvenirs y productos típicos pero a unos precios bastante elevados. Ya compraremos algo en otro lugar.
De modo que hacia las siete de la tarde estamos de vuelta en el barco, a descansar de esta intensa y breve jornada en Marsella. Ajaccio nos espera al día siguiente.
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