No podemos conocer un país sin conocer también su gastronomía. Así, si vamos a Argentina es imprescindible probar un alfajor o un buen asado, en Egipto el koshari, en Japón el ramen o en Turquía el döner kebab, por poner tan sólo algunos ejemplos.
En el caso de que viajemos a Rumania, también hay una serie de comidas que no podemos dejar de probar. La gastronomía rumana tiene influencias de la cocina balcánica, de la serbia, la alemana y la húngara, y es muy variada.
Una de las comidas más típicas es el cascaval pane, un trozo de queso rebozado en huevo y pan rallado que se fríe y que normalmente se come con ensalada o patatas fritas. No es un plato caro (vale alrededor de 2 ó 3 euros) y se consigue en casi todos los restaurantes.
Otro plato tradicional rumano es el mititei o mici, carne picada de cordero o cerdo con especias, con forma de rollo, que se hace a la parrilla. Generalmente, el mititei se acompaña con una cerveza, que en Rumania es una bebida muy popular.
Y el viajero al que le gusten los platos de cuchara, no puede irse de Rumania sin haber probado la ciorba, la sopa rumana por excelencia. Es un plato que viene muy bien en invierno para hacer frente al frío de este país. Hay un montón de variedades de ciorba: de legume (con legumbres), de periosoare (con albóndigas pequeñas de carne), de burta (parecida a una sopa de callos española), de pui (de pollo), taraneasca (con ternera)... para que cada uno elija la que más le guste.
En cuanto a los aperitivos, no podemos olvidarnos de la tuica, una especie de aguardiente elaborado con ciruelas que también viene bien para el frío rumano en invierno.
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