Aunque Vigo no sea tan conocida como Santiago de Compostela o nos suene más pequeña que La Coruña, sigue siendo una ciudad a tener en cuenta si hacemos un viaje por Galicia, ofreciéndonos una buena cantidad de cosas para no parar en esta visita de dos días que os proponemos.
Principalmente encontraremos grandes parques y distintos miradores con impresionantes vistas a la bella Ría de Vigo, percibiremos el contraste entre la zona vieja y la nueva y, cómo no, nos deleitaremos con el marisco gallego a la hora de comer. Así que si estás preparando tu viaje a Vigo, no te pierdas esta pequeña guía de la ciudad.
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Desde A Guía hasta el centro
Comenzamos nuestra visita a la ciudad yendo hasta A Guía, una montañita presidida por la pequeña ermita erigida en honor a Nosa Señora das Neves desde donde disfrutaremos de la primera cautivadora vista de la Ría de Vigo de las varias que están por venir. Rodeados de pinos y robles, este mirador cercano a la ciudad será ideal para comenzar el día, y si se presta, podemos darnos un pequeño baño en sus playas para ir fresquitos.
Desde aquí tomaremos la línea 17 de bus para ir al centro y nos bajaremos en la Calle Policarpo Sanz, desde la que accederemos a la peatonal Calle del Príncipe. Nos hallaremos en la parte más urbana de Vigo, pero en la Calle del Príncipe no sólo están las tiendas más comerciales, sino que también podremos visitar el MARCO (Museo de Arte Contemporáneo de Vigo) y encontrarnos con la famosa estatua de El Sireno. Y es imprescindible comerse uno de los ricos gofres que inundan la zona con su olor.
La zona vieja, ideal para almorzar
Continuaremos andando hasta la zona vieja, que comienza en la Plaza de la Constitución. Daremos con un montón de tascas típicas gallegas en una zona conocida por los vigueses como “Vinos” donde, efectivamente, tenemos que hacer una paradita para tomar un vino con su aperitivo a ritmo de música enxebre.
Perdiéndonos por un conjunto de callecitas del casco viejo daremos con el Puerto de Vigo, uno de los principales de Europa, tanto en pesca, como en mercancías y en pasajeros. Aquí atracan grandes transatlánticos cuyos pasajeros desembarcan directos hacia el enorme centro comercial Alaxe, donde hay algunas tiendas de lujo en las que perder el tiempo y el dinero. Un contraste muy fuerte entre el centro y esta construcción que merece ser vista, como mucho, de pasada.
Nos interesa más explorar la zona vieja, también conocida como A Pedra, donde ver los trabajos artesanales de mimbre de la Calle de los Cestos, o acercarnos a los puestos de marisco. Aquí es donde recomiendo parar a comer, en uno de los muchos tenderetes que atienden ancianitas viguesas. Todo el marisco es bueno, pero si queremos ir a lo más típico hay que probar las ostras y el pulpo.
Acabando el día en El Castro
Si ya hemos recuperado fuerzas, nos dispondremos a subir hasta O Castro. Todos los lugareños conocen el lugar con este nombre, aunque en los mapas lo encontraréis como el Parque Charlie Rivel. Mentalizaros bien porque nos espera un paseo en cuesta de aproximadamente 15 minutos, pero merecerá la pena. De camino nos cruzaremos con el Ayuntamiento de Vigo, uno de los más feos que he podido ver en mi vida, pero que eso no os detenga.
O Castro tiene dos grandes atractivos: por un lado, unas ruinas de un castillo de la Edad Media y por otro los castros, esto es, las antiguas construcciones celtas. De los castros quedan sólo las ruinas arqueológicas, aunque se han levantado junto a ellos tres completos para que nos hagamos una idea de cómo eran. Están al aire libre y encontraremos paneles explicativos de cómo eran y qué usos tenían. Todo ello está envuelto en una zona de agradable vegetación, con flores, fuentes y parques infantiles. Aquí acabaremos nuestro primer día, antes de volver al hotel o salir de copas, contemplando nuevamente la Ría de Vigo desde otro punto.
Estad atentos porque pronto seguiremos con la segunda parte de nuestra visita por Vigo.
Fotos | Álvaro Onieva En Diario del Viajero | Vicus Romanorum, la fiesta romana de Vigo En Diario del Viajero | A Coruña entre las diez joyas ocultas de Europa para Lonely Planet