A diez kilómetros de Comillas, siguiendo nuestra ruta por la costa cántabra, encontramos San Vicente de la Barquera: otro encantador pueblo con un interesantísimo pasado medieval y rodeado de unos paisajes de gran valor ecológico.
"Por el puente de San Vicente pasaron palomas veinte". Con esta cancioncilla me preparaba, cada vez que visitaba la villa hace algunos años, para cruzar el Puente de la Maza que atraviesa su ría. El siguiente paso era coger aire para tratar de aguantar la respiración durante el tiempo que el coche tardase en cruzar su más de medio kilómetro de longitud, y pedir un deseo. Todavía lo hago.
Y es que San Vicente es un lugar muy ligado a los recuerdos de mi niñez. Sus leyendas me perturbaban. La más famosa sostiene que en tiempos de la invasión sarracena, se vio llegar desde el mar una barca sin tripulación, ni remos, ni velas ni timón, guiada únicamente por una imagen de la Virgen que a día de hoy se guarda en un pequeño santuario junto al puerto.
Las leyendas sobre los avistamientos del "Culebre" no se quedan atrás. De este personaje que compartimos también con la mitología asturiana, dice nuestra tradición que vive en los acantilados de la villa, y no duda en comer niños y hombres que osen molestarlo o robarle sus tesoros.
Dejando a un lado las leyendas, una de las imágenes más conocidas de San Vicente de la Barquera es la idílica estampa que sus barquitas de colores componen en la ría. En días soleados, esa imagen es motivo suficiente para regalarse una visita a este precioso pueblo de pescadores.
Y si nos adentramos en las empinadas cuestas de su centro histórico, descubriremos tesoros de ese pasado medieval que antes mencionaba. El castillo del rey, junto con los restos de murallas (ambos reconstruidos en numerosas ocasiones a lo largo de la historia), son los vestigios de mayor interés que aún se conservan de la Alta Edad Media. Pasear por sus calles de piedra, atravesando a nuestro paso las antiguas puertas que antaño cruzaban los peregrinos, así como los restos de un antiguo hospital en el que se les daba cobijo, es una experiencia que no tiene precio.
Podemos terminar nuestro paseo en la Iglesia de Santa María de los Ángeles, construida entre los siglos XIII y XVI, y uno de los mejores ejemplos del gótico en Cantabria. Situada en un alto que domina todo el pueblo, cuenta con tres puertas de acceso de las cuales la más importante es la meridional, de seis arquivoltas profusamente decoradas con iconografía de la época, y mirando en dirección a Finisterre.
Son muchas las cosas que ver en San Vicente de la Barquera, pero si el tiempo apremia, no podemos abandonar la zona sin dedicar al menos un día a disfrutar sus larguísimas playas. Una recomendación personal: saliendo un poco del pueblo, id a Oyambre, playa que toma su nombre del Parque Natural en el que tanto San Vicente como ésta se ubican, y de una belleza excepcional.
Ya conocemos un poco más de San Vicente de la Barquera, uno de los pueblos más bonitos y pintorescos que encontramos en nuestra ruta por la costa de Cantabria.
Imagen | JP en Flickr En Diario del Viajero | Ruta por Cantabria: Comillas y el Palacio de Sobrellano, Ruta gastronómica por Cantabria: los platos típicos