En la bocana de la Ría de Arousa, un grupo de islas une el Atlántico al amplio recorrido de la ría. Estamos en el Parque Nacional Marítimo-Terrestres de las Islas Atlánticas de Galicia y la isla de Sálvora tiene un papel protagónico en este conjunto. Además, este parque incluye el archipiélago de Ons, el archipiélago de Cíes y la isla de Cortegada.
Los barcos de visita a la isla parten desde el Puerto de Cambados (desde allí salimos nosotros a bordo de un par de zodiacs), de O Grove, Puebla de Caramiñal o desde Santa Uxía de Ribeira. Desde Cambados, en poco más de 15 minutos llegas al único embarcadero de la Isla de Sálvora. Una isla que está deshabitada desde la década de los años 70 y que esconde una larga historia en la que no faltan todos los ingredientes de una novela de acción.
Peleas por su propiedad, personajes de cuento (señores, la Iglesia, el Poder, el pueblo), emprendimientos, marginación, fracasos y éxitos.
Y hasta un capítulo dramático que tan bien cuenta Edurne en su blog: Capítulo escrito por las "heroicas mujeres que asistieron a los náufragos del vapor Santa Isabel en la madrugada del 2 de enero de 1921.
Esta es una historia digna de una novela, a la que no le falta ni un solo ingrediente de tensión: noche invernal, temporal en el mar y una isla con una población de no más de 60 personas; una aldea en la que aquella noche apenas había 20 personas, solo niños, mujeres, y ancianos, porque las demás habían ido a pasar la noche de fin de año a los pueblos de la costa y no habían podido regresar debido al temporal, y un buque de pasajeros que choca contra una roca y naufraga frente al faro. Alertadas por el farero, cuatro mujeres organizaron el rescate de los náufragos. Tres se echaron al mar en una pequeña embarcación, y otra organizó la asistencia a los náufragos en tierra. En varios viajes, con el mar picado, salvaron a 56 personas, en un naufragio en el que perecieron otras 213 personas. Fue la mayor catástrofe de la historia de la navegación en Galicia."
La pequeña isla se agiganta cuando conoces esta historia, cuando ves que su perfil rocoso y barrido por los vientos del Atlántico fue el escenario donde vivieron generaciones de esforzados pescadores en una aldea que hoy, abandonada, cuenta mucho con su silencio.
La visita a la aldea abandonada de Sálvora es uno de los itinerarios posibles dentro de la isla. Para llegar, tenemos una caminata de escasos minutos desde el embarcadero, rodeando la playa do Castelo (en verano hay un determinado aforo de personas que pueden llegar a la isla y bañarse en esta playa) y los restos de la antigua fábrica de salazón (la única industria establecida en la isla en 1770 y que funcionó intermitentemente hasta 1960. Entre la vegetación baja barrida por los vientos del Atlántico, se llega al acceso de la aldea abandonada.
Un conjunto de una docena de casas de piedra, que vive abandonada desde 1972 cuando su último habitante dejó la isla. Caminar por su única calle, es releer las historias de su gente en las estancias dormidas en el tiempo. Adivinamos salas oscuras, preparadas para resistir los embates del clima y de la mar, con techos bajos y gruesos muros. Estancias adjuntas para animales y herramientas y siempre cerca del mar interior de la ría donde se asoman tímidamente.
La Isla de Sálvora nos permite otro circuito, para realizar a pie desde el embarcadero hacia el Atlántico, o embarcados y rodeando la cara noroeste de la isla. El trayecto es un magnífico paseo que nos regala vistas impresionantes de la rocas esculpidas por siglos de olas hasta llegar al Faro, sobre la Punta de Besugueira.
El que vemos es el segundo faro en instalarse aquí (en 1921). El original fue inaugurado en 1852 y su destello sirvió durante 60 años cuando se decidió construir otro un poco mas elevado para iluminar también el camino hacia la ría. Hoy en día, cuenta con paneles solares que le dan una mayor autonomía.
Sálvora es uno de esos rincones absolutamente marineros, que no se entienden sin la espuma del mar a tus pies, el perfume salado del Atlántico y la fortaleza de su gente. Un lugar para conocer en cualquier época del año, aunque en verano debe ser una maravilla poder ser de los pocos que (llegando tempranito) pueden acceder a sus 3 playitas para dejar pasar un día inolvidable. No olvides llevar todo lo que necesites, porque la isla no tiene bar ni restaurante.