Una de las visitas que más me gustó en Toledo, tal vez por la luz especial del atardecer, tal vez porque estuve un buen rato casi sola contemplando su bella estructura, fue la Sinagoga de Santa María la Blanca en Toledo.
Remarco lo de la tranquilidad en la visita, porque al poco tiempo de estar dentro acudió una avalancha de estudiantes y turistas que rompió el encanto del lugar. Sin duda la percepción de la misma no hubiera sido igual de haber entrado diez minutos después de cuando lo hice...
La Sinagoga se encuentra en pleno corazón de la antigua Aljama de la ciudad de Toledo, en la calle Reyes Católicos, junto a otros monumentos de interés, como el Monasterio de San Juan de los Reyes o la Sinagoga del Tránsito, el Museo del Greco...
Fue construida a finales del siglo XII y su nombre actual es fruto de la conversión en una iglesia de la Orden de Calatrava a principios del siglo XV fruto de los ardientes sermones que dio en Toledo el dominico valenciano fray Vicente Ferrer.
Actualmente ya no sirve al culto (aunque pertenece al Arzobispado de Toledo), es un monumento visitable en el que, además, se realizan actos y encuentros culturales.
En algunas paredes de la Sinagoga hay una exposición de arte moderno (a la venta si no recuerdo mal), y en una mesita se podían comprar souvenires y hacer "donaciones" para el mantenimiento del monumento (que, por cierto, estaba en obras por fuera y también una parte de su interior).
Historia y arquitectura de la Sinagoga de Santa María la Blanca
El historiador Yehuda ben Shlomo al-Jarizi nos dejó en sus escritos del siglo XII el testimonio de una rica tradición hebrea en Toledo (hubo hasta diez sinagogas):
Vine a la extensa ciudad de Toledo, capital del reino, que está revestida del encanto de la dominación y ornada con las ciencias, mostrando a los pueblos y príncipes su belleza(...) ¡Cuántas sinagogas hay en ella de belleza incomparable! Allí toda el alma alaba al Señor.
La convivencia de culturas y la extensión del cristianismo nos dejó simbiosis tan curiosas como este templo judío de nombre cristiano (como sucede con otros monumentos de Toledo: la mezquita del Cristo de la Luz).
Hay diversidad de opiniones sobre el origen de esta Sinagoga. Según la idea más extendida (y según testimonia la inscripción visible en una de sus vigas), el templo fue construido en 1180. El constructor fue Abraham Ibn Alfachar, consejero y embajador de Alfonso VIII en la corte almohade. La sinagoga fue reconstruida con posterioridad a 1250, fecha en la que probablemente se incendió.
No obstante, otros autores sostienen que fue la llamada "Sinagoga Nueva", conocida bajo esa denominación desde fines del siglo XIV, erigida por Goseg Ben Sosam, muerto en 1205, príncipe de los judíos de Castilla y almojarife, recaudador y tesorero del rey Alfonso VIII.
En el siglo XVI sirvió para dar refugio a mujeres penitentes, datando de esta época las tres capillas con decoración renacentista que hoy tiene su cabecera (una de ellas está actualmente de reformas).
Ni estas capillas ni el resto de la rica arquitectura se presienten al pasear por el sobrio exterior del edificio mudéjar. Pero siguiendo la tradición oriental, el templo "vive" hacia el interior.
Posee cinco naves separadas por bonitos pilares sobre los que descansan estilizados arcos de herradura. Son treinta y dos pilastras, con sus capiteles con ornamentación de tallos de piñas y volutas en composición romboidal, sin que haya uno igual al otro.
Destaca el recubrimiento en cal y yeso, que da una luminosidad excelente al templo. También son destacables los altares platerescos en las capillas mencionadas, y el retablo de la escuela de Berruguete.
El estilo morisco de Santa María la Blanca ha servido de modelo para importantes sinagogas europeas (como la cercana de Segovia) y posteriormente americanas.
La entrada a la Sinagoga de Santa María la Blanca en Toledo cuesta 2'50 euros, y es uno de los monumentos incluidos en el bono turístico del que os hablaba ayer, recomendable para hacer esta y otras visitas si vais a estar más de un día en Toledo.
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