Formentor es una pequeña península al norte de la isla de Mallorca que acoge, en sus apenas 20 kilómetros, enclaves que nada tienen que envidiar al paraíso, sólo que en la tierra. La Cala Formentor, por ejemplo, es una ensenada de longitud kilométrica que da lugar a una playa de agua cristalina y de arena blanca, de grano finísimo, cuyos fondos marinos están cubiertos por praderas de posidonia, por lo que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Una de las cosas más bonitas que se pueden hacer en esta isla es contemplar los atardeceres desde este cabo - al que los mallorquines se refieren como el punto de encuentro de los vientos -, y observar la caída del sol sobre el mar mientras sopla la tramontana, pues el cielo se tiñe de oro y las olas, al chocar contra las rocas, van modelando su escarpada costa. Una experiencia mágica e inolvidable que podemos disfrutar, con todos los sentidos, si para San Valentín organizamos una cena romántica en la playa.
No es difícil, sólo hay que echarle un poco de imaginación y de buen gusto. Podemos colocar una mesa de madera, y rodearla de antochars o velas. El toque shabby-chic lo podemos dar llevando una vajilla y una cristalería antiguas; y colocando killims y cojines en el suelo para podernos recostar y disfrutar así de un maravilloso cielo estrellado mientras comemos sushi y deliciosas brochetas de frutas maridadas con champán. La idea es elegir algo sencillo, pero al mismo tiempo rico y vistoso.
La bahía de Formentor es tan espectacular por dentro como por fuera. Un paseo en barco con parada en lugares estratégicos también podría ser una estupenda actividad para realizar al día siguiente. De este modo, podríamos practicar snorkel y disfrutar de una inmesa red de galerías y de cuevas bajo el agua. Resulta difícil explicar la fascinación que provocan estas aguas increíblemente claras y puras, de un precioso color azul turquesa, donde también se puede encontrar una flora y una fauna muy interesante.
Al final del Cabo de Formentor, en una zona abrupta y rocosa, existe un impresionante acantilado de más de 200 metros de altura donde suelen anidar los halcones en invierno. En su extremo hay un faro que es testigo privilegidado de espectaculares amaneceres y puestas de sol. Desde lo alto de su mirador se disfrutan de las mejores vistas del Mediterráno.
Un lugar en el que la tierra, el mar y el viento parecen unirse para crear un paraje que nos aleja del ambiente cotidiano, y en el que uno se vuelve diminuto por la inmensidad de un horizonte que parece no tener fin. ¿Se os ocurre una localización más romántica para jurar amor eterno a vuestro Valentín o Valentina?
Pero tan espectaculares son las vistas panorámicas que desde allí se divisan como el camino que hay que recorrer hasta llegar hasta él. La sierra de la Tramontana es el pulmón verde de Mallorca, y en ella se puede disfrutar de un lugar tranquilo y alejado del bullicio de las grandes ciudades practicando senderismo y descubriendo rincones naturales escondidos, que nos permitan desconectar del estrés y del mundanal ruido.
Para dormir existen muchas casas rurales, ideales para fines de semana románticos. Estos hoteles a menudo parecen estar perdidos, y lo mejor es que todos tienen sus propias características. Una oferta que cada día atrae a más personas en busca de naturaleza, relax y autenticidad, para poder cargar las pilas. Un plan 10 para disfrutar de un San Valentín que ni hecho de encargo. ¿Alguién se apunta?
Más información | Oficina Turismo Mallorca
Fotos | Juribo, Juribo2, Soler Sastre, Jurigo, farsdebalears, OtroPx, Dennis Fischer
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