La estupidez humana no tiene límites. Confundir ocio con temeridad, diversión con borrachera o amistad con descontrol… son síntomas de inmadurez y la antesala de grandes dolores de cabeza. Entre ellos el llamado “balconing” y que cualquier argentino comprenderá si decimos “la Gran Charly”.
Vayamos por partes. Este verano se ha vuelto a a repetir el triste, lamentable espectáculo de jóvenes turistas en playas españolas que se juegan la vida haciendo acrobacias de balcón en balcón en los hoteles y apartamentos donde han venido a pasar (a su manera) sus vacaciones.
A muchos les ha costado la vida.
En la fúnebre estadística, a mediados de agosto, se calculaba que en Mallorca el balconing se llevaba la vida de un joven turista cada 48 horas.
No es un fenómeno exclusivo de estas islas, sino que se repite en muchos rincones de costa a los que acuden jóvenes con una idea concreta de lo que son las vacaciones: alcohol y descontrol.
Se hartan de todo ello y en ese estado miserable llegan a lo máximo de la “diversión”: estrellarse contra el suelo, o en una piscina, muchos metros mas abajo. Y la estadística se llena de muertos y heridos.
Británicos, americanos y australianos se llevan la palma en este lamentable ranking. Las consecuencias del balconing, lejos de frenarlos pareciera que los enbravece: se vanaglorian de su propia estupidez colgando sus videos en Youtube. Es que la mezcla es muy mala: alcohol, sustancias y poco seso.
El “fenómeno” ha trascendido las fronteras locales y el “balconing en España” se trata en medios extranjeros. Ciertamente algo difícil de manejar ya que se trata de adultos y están dentro de una propiedad privada, aunque realicen algo temerario. Y si son huéspedes de un hotel que usan sus balcones como trampolines, ¿quién les pone freno?
Esta estupidez supina no es, lamentablemente, patrimonio de estos turistas.
Y ahora explico: ¿qué es la “Gran Charly”?
El 4 de marzo del año 2000 el músico argentino Charly García cometía una mas de sus “excentricidades” (por llamarlas de alguna forma). Vaya a saber movido por qué mezcla se lanzó desde la terraza de un hotel en la ciudad de Mendoza, a la piscina… 20 metros mas abajo.
Esa vez, con esa “suerte de los tontos” que lo ha sacado a flote en muchas oportunidades, no se hizo nada y hasta hubo algunos descerebrados que le festejaron la genialidad bautizándola: “la Gran Charly”
Muchos chicos, turistas en playas locales, no tuvieron la misma suerte.
Foto | Shutterstock
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