Con el primer tema (que lleva el mismo nombre que el disco) el oyente en pocos minutos devela el misterio de por qué Carmen París decidió llamar así a su último trabajo. En la canción, se deja entrever que cuando era una niña y cantaba sentada en las piernas de su abuelo, éste un día, como un brujo mirando su bola de cristal, le vaticinó un destino: “Jotera lo serás tu… ve y díselo a tu madre”.
Pero lo cierto es que, aquella predicción no se concretó enseguida. Algunos años y mucha agua bajo el puente tuvieron que pasar para que aquella niña cantora se reencontrara con la jota aragonesa y decidiera cumplir con el designio que aquel viejo le había hecho algún tiempo atrás. A lo largo de esos años, la cantante pasó por varios estilos, entre los que abrazó el pop, el rock, el flamenco, los sonidos sefaradíes y alguna que otra canción en la que no se privó de incorporar influencias africanas. Lo cierto es que, si bien desde siempre le gustó mezclar ritmos y acordes que le permitieran homenajear diferentes culturas, en este último trabajo es donde quizás mejor lo logre, ya que la mixtura de estilos le dan al disco un aire intercultural muy interesante, al punto tal de que, por momentos, uno cree estar escuchando un compilado de músicas del mundo. A través de los once temas que conforman el disco, desfilan jotas aragonesas mimetizadas con pasodoble, bolero, chotis madrileño, música oriental y candombe uruguayo.
La obra está compuesta por dos discos. El primero es “Jotera lo serás tú” y el otro “Carmen y sus andanzas” es una especie de antología de los trabajos y las colaboraciones más importantes de la cantante a lo largo de estos años de carrera. En ese segundo disco las perlas que aparecen son: la versión de “Calle Melancolía” (el tema de Sabina que está incluido en el disco homenaje al cantante mientras estuvo en recuperación) y “Para que tu me oigas” el poema de Pablo Neruda al que la cantante le puso la voz y que formó parte del disco homenaje al gran poeta chileno.
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