La Habana Vieja es la imagen del génesis de la capital cubana. Allí empezó todo, ese sitio fue, durante muchos años, toda la ciudad. Un hermoso lugar de calles estrechas, plazas, casas coloniales, iglesias y mucho turismo disfrutando del único sector de la ciudad restaurado, limpio, pintado y con carteles de señalización que marcan cada punto o edificio importante.
Declarada Patrimonio de la Humanidad durante 1982, el casco histórico de La Habana conserva alrededor de 150 edificios que datan de los siglos XVI y XVII, cerca de 200 del siglo VXIII y 460 del siglo XIX. Un espectáculo arquitectónico con mezcla de estilos, balcones, patios internos, aljibes y mosaicos con dibujos increíbles.
Así, en el corazón de La Habana Vieja se encuentra la Plaza de Armas que durante todo el día se encuentra invadida de turistas. Allí funciona un mercado de libros usados en el que vale la pena revisar y dar con pequeñas joyas de la literatura. Ideal para los amantes de la lectura. Además, a un lado de la plaza se alza el majestuoso Palacio de los Capitanes Generales (1780) que actualmente alberga el Museo de la Ciudad.
Por su parte, al otro lado sorprende una construcción que lleva el nombre de El Templete. Se trata este de un templo dórico en cuyo frente posee una columna que señala el sitio exacto donde se fundó la ciudad allá por 1519. En tanto, enfrente se alza el Castillo de la Real Fuerza, el edificio más antiguo de la ciudad. Una fortaleza con puentes levadizos y cañones donde funciona un museo que vale la pena conocer y cuyo punto sobresaliente es la sala del oro donde pueden apreciarse algunos de los tesoros rescatados de las profundidades del océano. Cargas que llevaban muchos galeones hundidos en las costas cubanas.
Y a dos calles de allí se encuentra la Plaza de la Catedral donde suena música típica cubana en vivo y los bares sacan sus mesas y sillas al aire libre y es muy común ver gente bailar y disfrutar del espectáculo gratuito. Claro que, sin dudas, el edificio más importante de este lugar es la Catedral de estilo barroco cuyos trabajos de construcción finalizaron hacia 1777. Con dos torres con campanas, vale la pena ingresar y conocerla.
En tanto, detrás de la Catedral se levanta el Seminario de San Pedro y San Ambrosio cuyo patio interior lleno de verde y esculturas es un hermoso sitio que vale la pena conocer... claro, siempre que se tenga la suerte de encontrar las puertas abiertas.
En Diario del Viajero | Cuba Fotos | María Sol Rizzo