Has pasado meses, tal vez años soñando con visitar esa playa o esa isla. Has ahorrado y programado cada detalle del viaje. Posiblemente sea una oportunidad especial (¿un viaje de bodas?) y quieres que todo sea maravilloso. Pero la realidad no siempre se ajusta a lo deseado, y los paraísos pueden no ser perfectos.
Muchas veces hemos dicho que viajar significa aprender, y enfrentarnos a las condiciones verdaderas del destino soñado es parte integral de ese aprendizaje y de nuestra experiencia. Como en cualquier relación: aceptarlo como es y disfrutar de lo que nos de.
- Aislamiento Si hemos soñado con una isla perdida en el Pacífico, con un viaje a paisajes incréibles y lejanos, deberemos asumir las condiciones de aislamiento que normalmente presentan. Casi con seguridad, tendrás condiciones totalmente opuestas a las que tienes en casa. Aprovéchalas para ponerte a prueba. Deberás viajar largas distancias, o subirte a medios de transporte impensados, soportar un clima diametralmente opuesto al que conoces día a día, estar desconectado de teléfonos, periódicos o internet. Puedes con ello.
- Servicios En tu casa o en un hotel de ciudad, abres el grifo y sale agua; entras a un espacio y puedes disfrutar de aire acondicionado o calefacción; bebidas frías, fruta fresca, personal que habla tu idioma, semáforos, asfalto. Cosas y servicios que das por sentado, que son “normales” pero que en el destino “idílico” que escogiste puede que no lo sean tanto. Tal vez el agua llegue transportada desde otro sitio, o esté racionada. Los caminos pueden ser rústicos, o inclusive no existir. Tal vez sólo tengas comida local, que no conozcas o no te guste. Tu idioma puede ser el desconocido. O las ventanas no cierren herméticas y se te cuelen lagartijas o arañitas. Puedes con ello.
- Clima El tiempo está loco, eso dicen. No sé si será el cambio climático o que nada es perfecto, pero puede ocurrir que la estampa de cielos azules perpetuos de ese lugar soñado no sea lo que te encuentres al llegar. Tal vez haya menos nieve de la deseada (o más), o no contabas con ese viento fuerte que mueve con furia palmeras o dunas. La crecida de un río, una marea extraordinaria, una nevada temprana, etc. etc. No puedes controlar todas las variables a pesar de haber “organizado todo”. Adáptate. No te frustres ni resignes tu experiencia. Busca planes alternativos y relájate. Puedes con ello.
Foto | Liseykina
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