Los viajes son una excelente forma de relajarse, de conocer diferentes culturas y de abrirse al mundo pero, también, son la oportunidad de que aparezcan diferentes trastornos que, si bien afectan a un número menor de viajeros, son una realidad.
De este modo, quienes se acerquen a la Ciudad Santa podrán sufrir el llamado síndrome de Jerusalén, una enfermedad psíquica que se manifiesta con delirios.
¿Cuáles son los síntomas?
- Los afectados se identifican con algún personaje de la historia sagrada.
- Lo anterior puede acompañarse por prédicas públicas, plegarias y hasta la vestimenta con túnicas o sábanas.
- Ansiedad, nerviosismo y una gran necesidad de visitar sitios sagrados.
- La realización de una especie de rituales de purificación. Por ejemplo el afeitarse todo el pelo de la cabeza, o cantar canciones religiosas en voz alta.
A continuación una escena de Los Simpson en la que Homer sufre el Síndrome de Jerusalén
¿Quiénes pueden sufrir este trastorno?
Así, el primero en identificar clínicamente el Síndrome de Jerusalén fue el doctor Yair Bar que examinó a 470 turistas a los que diagnosticó con pautas similares de deterioro mental. Según el especialista, los síntomas solían aparecer al día siguiente de la llegada de los viajeros a Jerusalén.
Pero, para tranquilidad de los afectados y sus familias, el estudio determinó que la mayoría de los afectados por el síndrome no crean problemas, no son peligrosos y en pocos días vuelven a ser ellos mismos. En tanto, un número menor necesita de atención psiquiátrica, al menos temporalmente.
Por su parte, los especialistas explican que las fechas en las que más casos se presentan son en las festividades religiosas, como por ejemplo la Navidad, las fiestas del Año Nuevo judío, la Semana Santa y la Pascua judía, aunque también se presentan muchos casos durante los meses de calor como lo son julio y agosto.
Así, el “éxtasis religioso” que viven estas personas al visitar los lugares en los que vivió Jesús puede transformarse, entonces, en un trastorno. Un trastorno que afecta a gente con enfermedades mentales anteriores, a peregrinos o bien a viajeros sanos sin antecedentes psiquiátricos.
Foto | Flickr de Pedronchi
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