Thomas Cook (1808-1892) fue un avispado empresario que organizaba reuniones antialcohólicas. Sin embargo, dichas organizaciones no tenían demasiado éxito, pues la gente se resistía a acudir.
Para estimular las visitas, Cook puso un cebo comercial: obsequiar con un regalo a quienes acudieran. Uno de esos regalos era precisamente un viaje gratis por la ciudad.
A pesar de que este primer experimento no le proporcionó demasiado éxito económico, Cook vio posibilidades de beneficio futuro, por lo que años más tarde se decidió a crear una agencia de viajes, considerada la primera de la historia, y que recibió su nombre, sita en la localidad de Harborough. Su éxito estribaba a que negociaba personalmente con hoteles y ferrocarriles para conseguir precios baratos.
Thomas Cook puso de moda Suiza como destino turístico gracias a su exuberante naturaleza, así como sus características para el descanso y la salud; siendo así Suiza uno de los primeros países en recibir turismo comercial. Tras el éxito conseguido, en 1865 trasladó la sede social de la empresa de Harborough a Londres.
El ejemplo de Cook fue imitado tanto en América como en Europa dando nacimiento a la creación de numerosas empresas dedicadas a la producción de turismo.
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