No hay nada como echarse al mar para recorrer mundo. En el mar parece que no haya fronteras, que el horizonte siempre esté lejos, que sólo te encuentras tú y los elementos, que en cualquier momento puedes llegar al fin de una supuesta Tierra plana, donde el mar se desagua en una enorme cascada hacia el espacio.
A navegar de noche todavía se le pueden añadir más connotaciones mágicas: el mar y el cielo se funden en la negrura, las estrellas del cielo brillan más gracias a que nos encontramos lejos de la contaminación ambiental y lumínica de la costa… casi pudiera parecer que navegamos por el cosmos a bordo de una silenciosa nave espacial.
Desde la antigüedad, navegar cuando caía la noche debía de ser toda una experiencia, sobre todo porque los marineros no disponían de herramientas para calcular su posición o dirección, salvo el dibujo de las estrellas o la posición de los planetas. Si algún día queréis vivir la experiencia de navegar de noche sin el amparo del GPS y otros gadgets tecnificados, entonces cabe advertiros de un error muy común.
Esto es: que la estrella Polar no es la más brillante del firmamento.
La estrella Polar siempre ha sido una de las estrellas más importantes para los viajeros de mar, porque se encuentra en la línea del eje de rotación de la Tierra, de forma que, la mires desde donde la mires, siempre está allí, en el norte, como una baliza o un faro natural. Por eso se la conoce como estrella Polar, aunque en realidad se llama Alfa Ursae Minoris, la primera estrella de la constelación de la Osa Menor.
Otro mito que el lenguaje ha permitido perpetuar es que la estrella Polar es, en efecto, una estrella. Pues no, naranjas de la China. En realidad, la estrella Polar no es sólo una estrella, sino un sistema estelar de tres estrellas. Ya desde 1780, gracias a un telescopio, se observó que este punto de luz individual en realidad eran dos puntos muy juntos (entonces se llamaron Polaris A y Polaris B).
No fue hasta 1929 que se advirtió que había otro tercer punto, la presencia de una tercera estrella, que no acabó llamándose Polaris C, sino Polaris Ab.
Pero dejando a un lado estos tecnicismos astronómicos, volvamos a nuestro barco cruzando la noche… ahora la estrella Polar señala el norte, es cierto, pero no siempre fue así. Ni tampoco, en el futuro, será siempre así.
La Tierra presenta muchos movimientos, además de los de rotación sobre sí misma o traslación alrededor del Sol. Eso provoca que, progresivamente, el eje del planeta vaya apuntando hacia otros puntos del universo. En otras palabras, hace 5.000 años, para buscar el norte, era necesario fijarse en otra estrella: la Alfa Draconis. Para los navegantes del futuro, no será tampoco la estrella Polar la que indique el norte (ni tampoco Alfa Draconis), sino la estrella Gamma de Cefeo.
Tal y como explica en 100 mitos de la ciencia Daniel Closa y Autet, dentro de 7.500 años, la estrella de señalará el norte será la Gamma del Cisne. Dentro de 15.000 años será la Vega de Lira. Pero tranquilos, navegantes, tenéis estrella Polar para rato: señalará el norte los próximos 3.500 años. Con todo, no os emocionéis tanto como lo hizo William Shakespeare, que puso en boca de Julio César las siguientes palabras: “soy constante como la estrella Polar, que no tiene parangón en cuanto a estabilidad en el firmamento.”
Fotos | Wikipedia En Diario del Viajero | Los mejores lugares para ver las estrellas