Para la mayoría de nosotros, nuestro primer acercamiento a un mapa (o al menos el primer acercamiento con cierto sentido de la maravilla) quizá sea a uno de esos mapas del tesoro que contienen una X bien grande que marca el tesoro enterrado por algún pirata.
Siento ser como el pitufo gruñón que os chafa la ilusión, pero esos mapas, si bien son fascinantes, son de mentira. No existe, que se sepa, ningún mapa en el mundo confeccionado por un pirata que contenga una X que marque su tesoro enterrado.
El mapa del tesoro fue un recurso inventado por Edgar Allan Poe, Robert Louis Stevenson y otros escritores por el estilo, no por el capitán Kidd y Barbanegra. Sobre todo por Stevenson en La isla del tesoro (1883), que también fue el inventor de la iconografía popular de los piratas: pata de palo, loro en el hombro, etc.
De hecho, ni siquiera se ha documentado que un verdadero pirata dibujara en alguna ocasión un mapa del tesoro. Y es que los piratas no enterraban sus tesoros: la única excepción, quizás, sea el pirata William Kidd, que a finales del 1600 pudiera enterrar un tesoro. Pero solo es una hipótesis: se duda de que Kidd fuera un verdadero pirata: más bien era un protegido por una patente de corso por el rey Guillermo III.
Además, los tesoros verdaderos de los piratas solían ser cosas como alimentos, agua, alcohol, armas, ropa, aparejos marítimos o lo que encontraran en las bodegas de los barcos asaltados.
Lo que sí que resulta irónico es que probablemente Robert Louis Stevenson no hubiera dibujado su famoso mapa del tesoro si, previamente, el hijastro pequeño de Stevenson, Lloyd, no se hubiera pasado un verano lluvioso pintando acuarelas con su padrastro en su casa de campo en Escocia.
Los nombres de lugares escritos en el mapa, como “La isla del Esqueleto” y “La colina del Catalejo”, inspiraron los acontecimientos de la historia. Un niño, en definitiva, fue el que nos inspiró a nosotros de niños con mapas del tesoro y viajes llenos de aventuras.
Fotos | Robert Louis Stevenson
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