Las tierras de Oriente Próximo son probablemente las que a lo largo de los siglos han vivido más episodios históricos y que han llenado más páginas en la novela de la humanidad. Eso es debido a que desde siempre, han sido unas tierras de contacto entre culturas distintas, cosa que lamentablemente, aún en día lleva a conflictos que parecen no terminar nunca.
La antigua ciudad de Acre (Akko para los israelíes y Akka para los árabes) se encuentra en la costa mediterránea de Israel, en la Bahía de Haifa y a aproximadamente 150 kilómetros de Jerusalén. Tiene el honor de ser una de las ciudades más antiguas que aún existen y es que se calcula que en el siglo XVI a.C. ya estaba poblada. Pasó por manos de los fenicios, los romanos, fue tomada por los cruzados, por los árabes y así un largo etcétera que ha hecho de esta ciudad un mosaico de culturas.
Su mayor atractivo es la parte más antigua de la ciudad: su fuerte. En él, podremos pasear por varios zocos, todos ellos con ese olor a especies tan característico de la zona. Además, tenemos la posibilidad de descubrir las entrañas del lugar visitando los túneles que los Templarios construyeron para resguardarse. La verdad es que se trata de una de las ciudades más interesantes y a la vez bonitas de Israel.
Para llegar a ella, la opción más fácil es la de tomar un tren desde Tel Aviv que en una hora y cuarto nos dejará en Akko por 43 shekels (9 euros). Si os encontráis en otro lugar del país, lo mejor será tomar alguno de los muchos autobuses públicos Egged (son fáciles de reconocer ya que todos son verdes) hasta allí o hasta Haifa, desde donde podréis tomar alguno de los frecuentes buses o trenes hacia Acre.
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Imagen | Hilary Perkins En Diario del Viajero | Israel: la fortaleza de Masada En Diario del Viajero | Las ruinas romanas de la antigua Cesárea, en Israel