Giethoorn merece una visita por sus paisajes (el parque natural de las tuberas de De Wieden) y sus innumerables canales y puentes (que la convierten es una especie de Venecia). La mayoría de los más de 176 puentes fueron construidos por los propios vecinos para poder comunicar sus casas con las calles adyacentes. Las casas tienen unos techos típicos de paja, la mayoría con vistas a los canales.
Sin embargo, el verdadero atractivo de esta pequeña localidad de la provincia de Overijssel, en los Países Bajos, a 95 kilómetros desde Ámsterda, es que carece de carreteras. Quienes odien los coches, las señales de tráfico, los pasos de zebra o los humos de gasolina quemada, éste es su lugar (sin contar que los cielos nocturnos deben de ser una delicia al desplegar la miríada de estrellas sin apenas contaminación).
El pueblo tiene 2.620 habitantes. El problema es que llegar no es fácil. Al carecer de carreteras, solo podemos llegar hasta Giethoorn en barco o a pie (o en bicicleta).
Giethoorn fue fundada a principios del siglo XIII por la secta de los flagelantes, que se refugiaron en esta zona de difícil acceso. No es la primera vez que me encuentro con un pueblo encandador fundado por holandeses (parecen expertos en ello). El otro que me encontré hace unos años está en Estados Unidos y se llama Pella. Podéis leer más sobre él en Pella, un pueblo holandés en mitad de Estados Unidos.
Ver Giethoorn en un mapa más grande
Vía | VeoVerde