Tumbaya, Purmamarca, Posta de Hornillos, Maimará… Muchos son los pueblos que se funden en el indescriptible paisaje natural de la Quebrada de Humahuaca: ese profundo y árido valle andino de más de 150 kilómetros de extensión que, recorrido de sur a norte, nos lleva de Argentina a la siempre asombrosa Bolivia.
Hoy os voy a hablar de Tilcara, un pequeño pueblo situado a escasos kilómetros de Purmamarca, y que comparte con éste, y con todos los pueblos de la Quebrada, una característica en común: son lugares donde el tiempo parece haberse detenido, en los cuales sus habitantes conservan muchas de las tradiciones y creencias que sostuvieron sus antepasados muchos, muchos siglos atrás.
El pueblo de Tilcara se encuentra en la orilla derecha del Río Grande, a unos 2460 metros de altitud. Se trata de un pueblo pequeño, de unos 6000 habitantes, que ya parecen demasiados cuando se visita en temporada baja (julio-septiembre) y cuesta encontrarse con más de treinta en el mismo día.
Por sus características, Tilcara es un lugar ideal para hacer un alto en el camino y pasar unos días en completa paz, contemplando el lento ritmo de la vida local, y disfrutando de un paisaje natural y de un cielo azul intenso como es difícil contemplar en ningún otro lugar.
Pasear por sus calles polvorientas, conversar con los aldeanos y asistir a algún espectáculo de folklore popular en una de sus numerosas “peñas", ocupará gran parte de vuestro tiempo. No obstante, existen varias excursiones que, una vez allí, tampoco debéis pasar por alto.
En primer lugar, el Pucará de Tilcara: una antigua fortaleza construida por los indígenas que habitaron la zona en tiempos prehispánicos, a la que se le calculan unos 900 años de antigüedad. Aunque no se trata del único “pucará” que podemos encontrar en la Quebrada, si es el mejor conservado y reconstruido, y su visita puede darnos una idea muy aproximada del modo de vida de los antiguos tilcaras.
La Garganta del Diablo se encuentra a ocho kilómetros de Tilcara, una distancia que se salva con una larga caminata de unas dos horas de duración. Se trata del punto exacto donde la unión de dos ríos produce, en determinadas épocas del año, una cascada que cae desde 15 metros de altura, lo que ha producido una gran escisión o cañón en la roca, que es lo que propiamente recibe el nombre de “garganta”.
Por último, el camino hasta las cuevas del Wayra es otro trekking que tiene Tilcara como punto de partida. Desde el pueblo resulta fácil señalar con el dedo el punto exacto donde se encuentran las cuevas, haciendo parecer la distancia más corta de lo que realmente es. Nada de eso: se trata de otro paseo de casi dos horas, ascendiendo una pendiente pedregosa y movediza, hasta alcanzar los 2900 metros de altitud donde están las cuevas. Merece la pena, tanto por las vistas de Tilcara desde la entrada a la cavidad, como por la imagen sorpresa que nos aguada al otro lado de las mismas: cerros de colores y una naturaleza brutal, árida y virgen, con ese brillante y casi fantástico cielo azul por cúpula.
Tilcara es, asimismo, el lugar ideal para establecerse unos días y realizar pequeñas excursiones de un día a los pueblos vecinos, como Purmamarca, o Humahuaca. Recordad que si venís en febrero tendréis la posibilidad de asistir a uno de los carnavales más famosos del mundo.
Si, por el contrario, preferís un ambiente sin aglomeraciones turísticas, las fiestas de la Pacha Mama se celebran en Agosto, y os permitirán acercaros de una forma más íntima a una de las tradiciones más firmemente arraigadas en las creencias de los habitantes de esta increible tierra.
Fotos | Carmen, Christian Ostrosky En Diario del Viajero | Las 7 maravillas naturales de Argentina, Bolivia: Arqueología en las ruinas de Tiwanaku