La frontera sur de los Estados Unidos es un territorio asombroso, imprevisible y lleno de sorpresas. Recorrerla en moto de costa a costa ofrece una visión muy pegada a ras de suelo de este enorme y diverso país que a cada milla intenta no parecerse a sí mismo. Nada tienen que ver los estados de Nuevo México o Arizona con los de Nueva York o Florida salvo que se paga en dólares.
Esta visión resulta especialmente nítida de la realidad real del país si el viajero huye de las grandes y masificadas autopistas interestatales y se pierde por desiertas carreteras secundarias o escondidas pistas sin asfaltar que cruzan las montañas. Como la que elegí para cruzar desde Nuevo México a Arizona, uno de los estados más bellos de toda la nación.