El Centro Histórico de Lima, la capital peruana, tiene un aire especial que atrapa a quienes lo visitan. Imposible es no alzar la vista y quedarse así, recorriendo todos los edificios y apreciar, uno por uno, los balcones limeños que caracterizan a la ciudad y tanto enorgullecen a su población.
Un orgullo que hizo que se los considerase patrimonio histórico y que, años atrás, se llevase adelante un exitoso proyecto de recuperación de cada uno de ellos para que lucieran hoy, como lo hicieron en el pasado.
De este modo, entre 1996 y 1998, las autoridades de Lima llevaron adelante el Plan de Recuperación del Centro histórico de Lima. El mismo instó a diferentes instituciones públicas y privadas a “adoptar” un balcón. Ello significaba solventar los gastos que se requerían para la restauración de los balcones, siempre conservando su aspecto, materiales y espíritu.
Claro, es que si bien para cualquier desprevenido podría tratarse de detalles arquitectónicos de una misma época y con una finalidad ornamental, los balcones limeños fueron construidos en dos épocas bien marcadas: un primer período que se extiende entre los siglos XVI y XVII, en el que se dio forma a los balcones abiertos y alargados y un segundo período que comienza en el siglo XVII durante el cual comenzaron a surgir los balcones cerrados de cajón.
Es que, como podrá explicar cualquier guía experimentado, y los propios visitantes tendrán la posibilidad de apreciar, existen tres tipos de balcones bien marcados: los abiertos, los rasos y los de cajón. Cada uno de ellos bien diferentes entre sí, verdaderas obras de arte.
Trabajos que se conservan hasta nuestros días gracias a los materiales nobles utilizados en su construcción. Maderas tales como el roble, la caoba, el cedro y el cedro de Nicaragua que permitieron que el paso del tiempo no hiciera estragos en su estructura.
Pero claro que también existen aquellos de inspiración árabe que se decidieron por una decoración en la que los azulejos con diferentes ilustraciones son los protagonistas. Sin dudas una variedad que vale la pena apreciar, fotografiar y cuidar.
Entonces, aquellos que recorran el Centro Histórico de Lima, no podrán dejar de mirar hacia arriba y disfrutar de este espectáculo difícil de ver en otro lugar. Pero ¿Cuáles son aquellos balcones que nadie debe perderse? El del Palacio de Torre Tagle, los del Palacio Arzobispal, el de la Casa de Osambela y, claro, el más antiguo de la ciudad que se ubica en la Casa del Oidor.
Fotos | Flickr de Latin American for Less, HBarrison