Cada día que pasa me convenzo más de que lo que debe ser, será. Que podremos esforzarnos en una vía "obligatoria" con todas nuestras fuerzas, pero que no será suficiente. Si nuestro camino debe ser otro, lo será por mas empecinados que estemos en torcer nuestro destino.
Leer las páginas del libro de nuestro colega y amigo Miquel Silvestre, me da la razón. Él mismo es una muestra de lo que decimos: cuando caminaba por el camino profesional que se había planteado, decidió dejar todo y salir a devorar kilómetros sobre una moto y contarlo. Y al hacerlo, no podemos dejar de seguirle los pasos devorando las páginas de su último libro: Diario de un nómada.
Quienes le seguimos en la serie documental en TVE le vemos recorrer caminos polvorientos, entrar en pueblos, charlar con la gente, admirar paisajes. ¿Qué encontraremos entonces en el libro?
Mil anécdotas, la visión mas personal de este gran viajero que nos lleva de la mano por la historia de los grandes exploradores que arriesgaron su vida por esas tierras americanas.
En estas páginas podremos paladear mas lentamente sus aventuras, lejos del vértigo televisivo, paso a paso, conociendo íntimamente los pensamientos de Miquel y las relaciones que establece a lo largo del camino.
No tiene bastante, busca nuevos paisajes y atraviesa Paraguay, entra Bolivia, vuelve a Chile por el norte desértico. Desfilan paisajes: el Chaco, Tarija, el Salar de Uyuni, la costa pacífica, Puno el Lago Titiaca.
Sigue devorando caminos y paisajes de la columna andina de América por Perú (Cusco, Machu Picchu, Nasca,Lima, Trujillo). Desiertos y momias, selvas y ciudadelas, la Historia y la vida cotidiana actual de cientos de pueblos andinos.
Y por eso yo sufría y disfrutaba al mismo tiempo, porque estaba cumpliendo otro de mis retos particulares al adjudicarme la Ruta 40. Había poca gente ya. Es lo que mas me gusta de los extremos del mundo, que hay mucho espacio y baja densidad humana. Durante, un buen trecho no veíamos a nadie. Pero no estábamos solos. Los dueños de la estepa eran unos animales de largas patas que se agrupaban en rebaños. De color pardo y estatura inferior al caballo, pastaban indiferentes hasta que nos acercábamos. Entonces nos miraban con altivez. Eran los guanacos...
¿No tiene bastante? No, Miquel no puede parar, sigue y sigue a lomos de su moto hacia el norte, mas al norte. En ciertos momentos parece que no sabe dónde acabará su periplo, y tal vez sea así, que se deja llevar por el camino y las historias de aquellos hombres de siglos pasados.
... yo sólo quería contar la historia intentado tender puentes entre unos y otros, porque lo verdaderamente grave no es lo que sucedió sino el desconocimiento de los hechos y su sustitución por prejuicios o, lo que es peor, por la indiferencia.
Los capítulos desgranan esa ruta, esos encuentros, esas referencias históricas y su observación de las gentes y paisajes que descubre (y que muchas veces, le descubren a él con ojos de asombro).
Ecuador, la Amazonía, el corredor de los volcanes y su viaje al corazón colombiano: subir y bajar, cumbres y valles, altiplanos, desiertos y selvas en un ir y venir sin descanso (en este caso es un "ir e ir e ir"). Con la llegada a Cartagena creemos que ha terminado su viaje, de cara al Caribe. Pero no es así, después de un azaroso cruce por mar, llega a las tierras que recorriera Nuñez de Balboa, a Panamá.
Y allí sí, nos despedimos de Miquel y su moto... hasta la próxima aventura.
Diario de un nómada es un libro para viajar en el mas amplio sentido de la palabra. Viajar en el tiempo, de paisaje en paisaje, de aventura en aventura.
Viajar con el espíritu libre sintiendo el viento en la cara, mojándonos al cruzar un río, sufriendo y padeciendo el clima y los inconvenientes de una ruta en moto, pero también parando al costado del camino para charlar con alguien, compartir un plato o simplemente para disfrutar de un lugar en soledad.
El libro fue editado por Plaza Janés.
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