El formato de guía Lonely Planet es a mi parecer el más sencillo y práctico para el viajero de medio y bajo coste que se mueve entre los 20 y 30 años o quien quiera que se sienta joven y todavía este para el trote del autocar, el tren, la litera y el dormitorio.
Los comentarios en la guía tratan de ser lo más personales posibles y con un lenguaje directo. La guía se declara 100% independiente con las marcas turísticas. No obstante, debido a la gran popularización de la misma incide irrevocablemente en el futuro de los hostales, restaurantes o bares que critica o glorifica. No es extraño encontrarse por ejemplo en Vietnam un restaurante con un cartel gritando "Recommended by Lonely Planet" más grande todavía que el mismo nombre del local. ¿Quién puede asegurarnos que los precios en el menú no habrán cambiado desde entonces?
Una Lonely Planet es ideal para jóvenes con ganas de conocer gente viajando. Si quieres desaparecer no compres una Lonely Planet. En esos casos, por experiencia personal, lo mejor es una Footprint.
Respecto a la guía Lonely Planet publicada en el 2006 sobre los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) ocurre algo parecido, aunque en menor escala, a "Asia on a shoestring" o su hermana europea. Como es evidente, cuando se intenta abarcar más de un país la información detallada se difumina y aparte de las grandes ciudades o lugares emblemáticos se hecha de menos un poco más de información de los lugares donde más lo precisamos. En las ciudades ya sobra información de la que abastecerse.
La guía en general no acostumbra a cometer errores en su información. De todas maneras en el apartado de Lituania conviene aclarar algunos puntos: - Al contrario de lo que nos informan, sí hay conexión terrestre entre Lituania y Polonia a través de Eurolines. Destinos diarios por la noche desde Vilnius a Gdansk y Varsovia.
Por otro lado, el ferry semanal del que informan desde Klaipeda a Gdansk no eixste o se ha anulado en estas fechas.
En cuanto al pueblo de Rouge en Estonia, la oficina de turismo está justo a la otra parte del pueblo de la que nos informan (unos dos kilómetros de distancia) y los cafés y restaurantes que menciona cerraron sus puertas hace un buen tiempo.
Tal y como comentan el estilo hostelero en Vilnius (hostales, restaurantes, cafés, bares, etc.) parece desfasado en dos o tres años al menos. Comentan que cuesta encontrar menús en inglés, camareros que atiendan en inglés, poquísimos hostales y bares que nada tienen que ver la vida nocturna de las otras ciudades bálticas. Todo lo contrario de la realidad. En Vilnius hay extensos menús en inglés en el centro de la ciudad y los precios son incluso más baratos que en Riga o Tallinn. Además, los camareros (aunque lentos por definición lituana) te atienden en inglés la mayoría sin demasiados problemas.
La guía comenta que un restaurante por norma general carece de menú y el precio puede oscilar entre los 5 y 100 euros. Personalmente no he encontrado ninguno que supere los 20 y la media se mueve entre un baremo más que razonable de entre 5 a 10 euros.
Comentan a su vez que la ciudad es insegura y repleta de mendigos que atosigan a los turistas. No me sentí más inseguro que en otras ciudades bálticas o polacas y en cuanto a los mendigos los hay como en todas partes y no molestan más que en otros lugares.
Es posible que la parte lituana se les haya deslizado al imprimir esta edición y no haya sido actualizada. Sin duda, parecen contar la Vilnius de hace 5 años que la resplandeciente y cada vez más cosmopolita Vilnius de hoy en día.