El único autobús que conecta Haanja con Rouge salía a las seis de la tarde así que preferí realizar los nueve kilómetros que distan entre ambos pueblos andando.
Es una zona relativamente humanizada, apenas unas cuantas casas desperdigadas entre los bosques o bordeando los innumerables lagos. El asfalto, por fortuna, no ha hecho acto de presencia en esta remota parte del país y sorprende encontrarse con pueblecitos de apenas 500 habitantes cuya mayoría son chavales saliendo de la escuela o bañándose en los lagos.
Si en la Lonely Planet apenas hay cuatro frases que hablen de Rouge, la mitad están desfasadas o no son de fiar. La oficina de turismo está justo a la otra parte del pueblo (unos dos kilómetros de distancia) y los cafés y restaurantes que menciona cerraron sus puertas hace un buen tiempo. Por fortuna, el camping Ööbikuoru sigue abierto y por unos 10 euros se puede alquilar un precioso bungalow.
La zona es preciosa y merece la pena visitarla aunque mucho más aconsejable es alquilar un coche si queréis visitar esta zona sur del país. Las conexiones, por supuesto, no son ideales y un coche os permitirá abasteceros con más facilidad en los supermercados para luego cocinar en el camping u hostal elegido. A su vez, con un campo base podéis reconocer la zona a vuestras anchas.
Estoy seguro que esta zona de aquí unos años estará asfaltada y no faltarán hostales ni restaurantes. Si queréis ver la Estonia de verdad, ahora es el momento.
Fotografía | David Jennings Más información | Rouge