El pequeño pueblo de Fermo es ejemplo de ello. Esta población de poco más de 35.000 habitantes se expande a través de campos y pequeños montes en las cercanías de la costa adriática de Italia. Su situación en lo alto de una hermosa colina lo convierten en un pueblo con magníficas vistas a todo el entorno. No obstante, cada una de sus estrechas y empedradas calles representan un pequeño esfuerzo ya sea para subirlas o bajarlas.
El pueblo tiene una vida cultural muy activa: es sede de una facultad y de una academia musical, por lo que existe un tímido ambiente estudiantil. Pero su atractivo más interesante es sin duda el día a día de sus gentes: el mercado semanal, las pequeñas trattorias, la pizza en cada esquina, las tiendas de pasta all'uovo fresca... en definitiva, un retrato de la verdadera vida italiana lejos de las grandes ciudades.
Llegar a Fermo es relativamente fácil: está conectada con autobuses cada 20 minutos (1,60 euros) con Porto San Giorgo, en la costa. Allí pasa la línea ferroviaria adriática que conecta los pueblos costeros con Boloña al norte y con Bari al sur. Dicha línea pasa por las cercanas ciudades de Ancona y Pescara, los núcleos de transporte más grandes y cercanos, ambos con aeropuerto internacional.
Imagen | Daniele Perioni En Diario del Viajero | Recorrer Italia en tren En Diario del Viajero | Italia promueve un impuesto al turismo