Allí se llega atravesando un túnel que pasa bajo la bahía y que sólo puede atravesarse en coche dado que no se permite hacerlo a pie. En tanto, los cubanos recomiendan no pasearse por las cercanías del Morro durante la noche.
La fortaleza, que data del siglo XVI cuenta con muros de hasta 3 metros de ancho dado que este sitio fue, durante muchos años, el centro de la defensa de la ciudad. Es por ello que, en la parte baja, se encuentra la llamada batería de los Doce Apóstoles que son 12 cañones preparados para atacar. Armas que, durante la época colonial, se disparaban a las 9 de la noche anunciando el cierre de las puertas de la ciudad.
Hoy, pagando una entrada, los viajeros pueden ingresar a El Morro y recorrerlo por dentro, ver su faro y sentirse como en aquella época dado que en el lugar hombres y mujeres visten los trajes típicos de aquellos años.
Y cerca allí, caminando unos metros se alza el castillo de San Carlos de la Cabaña que se terminó de construir en 1774. Allí dentro, cada sala sirve como museo y en esos espacios pueden apreciarse diferentes elementos y armas de la época colonial.
Además, fue allí que luego de la revolución funcionó el cuartel general liderado por Ernesto “Che” Guevara, por lo que también puede visitarse su despacho con los muebles y algunas pertenencias de este personaje.
Pero claro que, sin dudas, el cañonazo es el espectáculo que ningún viajero deberá perderse. ¿De qué se trata? Pues rememorando el disparo de cañón de El Morro informando el cierre de la ciudad, cada noche, a las nueve se produce una explosión emocionante. Así, hombres vestidos con trajes militares de la época llevan a cabo la ceremonia que culmina con el estruendo.
A la salida, cientos de taxistas se abalanzan sobre los turistas ofreciendo sus servicios para regresarlos a la ciudad. Pero una recomendación es haber reservado lugar en los restaurantes de las cercanías que preparan unos deliciosos platos típicos ideales para disfrutar luego del espectáculo.
En tanto, antes de que caiga la noche es recomendable realizar una caminata que los llevará al Cristo de Casablanca realizado en mármol italiano y en el que un hermoso mirador devuelve una vista de La Habana que vale la pena disfrutar. Y allí enfrente… una casa en la que viviera durante un tiempo el Che Guevara y que, de momento, sólo puede apreciarse a lo lejos.
En Diario del Viajero | Cuba Fotos | María Sol Rizzo