He recordado una experiencia viajera estupenda que hice poco antes de que el tema de viajar se nos estropease con motivo de la Covid-19. Unos meses antes del primer confinamiento, tuve ocasión de visitar un faro en los fiordos noruegos, un plan inolvidable que hoy os cuento.
Con motivo de las lógicas restricciones debidas a la pandemia, son pocos los lugares a los que se puede viajar hoy en día y el semáforo con el que la Unión Europea ha coloreado los distintos países solo nos deja algunas partes de Grecia, Finlandia y Noruega como únicos países en color amarillo.
Por eso, -como aún no conozco Finlandia ni he viajado a Grecia- he recordado esta estupenda experiencia que tuve en Noruega, viajando en una lancha semirígida para comer en un faro en los fiordos, un plan estupendo que volvería a hacer en cuanto tuviera ocasión.
Extensiones desde Stavanger o desde Bergen
Los recorridos por los fiordos son siempre excursiones opcionales que puedes realizar si viajas a Stavanger o a Bergen, destinos clásicos en un viaje a este país nórdico. Hace unos meses os contaba cómo ver el famoso púlpito de Preikestolen, desde abajo, en una excursión más que recomendable y hoy os propongo este otro viaje corto o escapada.
Hoy os propongo otro viaje en lancha por las frías aguas noruegas, para llegar a un faro en el que podréis comer, y si queréis, también podréis alojaros en unas casas que hay en sus inmediaciones tras realizar un viaje aprovechando las corrientes del Golfo, en una lancha neumática.
El faro de Slaterroy
Desde Stavanger, se organizan excursiones en lanchas neumáticas en las que podrás recorrer las islas del archipiélago de Bømlo, situado al suroeste de Noruega. En estas excursiones, podrás ver cómo capturan cangrejo real, bogavantes y otros mariscos utilizando nasas.
Una de las excursiones más interesantes, organizada por la empresa Brandasund, ofrece un viaje hacia el faro de Slaterroy en una de estas originales lanchas, para llegar a este punto en el que podrás celebrar un almuerzo.
Es muy interesante por la posibilidad de subir al faro y recorrer su escalera de caracol y conocer sus dependencias. Además, en la base hay algunas cabañas en las que se puede uno alojar para desconectarse absolutamente de todo.
La experiencia no es cara y resulta inolvidable. Más que por el almuerzo en sí, consistente en unos sándwiches, salmón y otros productos locales por el recorrido, la interacción con los pescadores locales y la historia que tiene el faro. Una extensión más que recomendable en un viaje a Noruega.
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