Hace unos pocos días volvía a caminar Londres. En este caso en un pequeño grupo familiar con intereses diversos, inquietudes y experiencias diferentes. Londres significaba algo distinto para cada uno de nosotros, ya que en ese significado se reunían gustos personales, haber estado o no en otras oportunidades en la capital británica, y edades diferentes (con la consecuente visión personalísima).
De forma bastante democrática convinimos hacer una lista de lo que cada uno de nosotros esperaba de "este Londres" y de allí salieron muchas opciones para llenar la semana que pasaríamos en la ciudad. Cada uno sabía que podría visitar lo que esperaba a condición de ceder algo para que otro del grupo pudiera hacer lo mismo, y que en el compartir "distintas Londres" habría una experiencia mas enriquecedora para todos.
Al final del viaje, y habiendo cumplido con las listas personales de todos, hemos coincidido que lo mejor de toda la experiencia es que hicimos Londres a nuestra manera. Que la hicimos nuestra al mirarla con distintas ópticas y aprovechar las sugerencias de cada uno (y que posiblemente a otros integrantes del grupo no se les hubieran ocurrido incluir). De esa charla familiar de final de viaje, pude extraer estas conclusiones que espero sirvan a cualquiera de vosotros.
Sigue tu lado friki
Todos lo tenemos. Podemos ser fans del fútbol, del manga, de la música de los años 50, de la moda retro, del arte, la cocina asiática o la vida sana. Sea cual sea tu afición, en Londres encontrarás esa tienda especializada, ese parque, museo o rincón donde se juntan tus colegas frikis de ese tema.
En nuestro caso, mi hija es fan absoluta de la serie Doctor Who. Y allí fuimos en busca de una tienda especializada en esta serie: "The Who Shop". Gracias a esto, llegamos a un barrio londinense que no hubiéramos conocido de otra forma: Upton Park. Allí fuimos en el Metro londinense y en poco mas de 20 minutos estábamos en un Londres totalmente distinto: residencia de una extensa comunidad hindú y pakistaní con tiendas donde encontrar ropa de gala al mejor estilo Bollywood, y donde es requisito hablar punyabi para conseguir un empleo.
Camina la ciudad con un vecino del lugar
¿Sabes dónde está el primer lugar que sirvió café en Londres? ¿O que aún se conserva uno de los asientos que utilizaban los barqueros que cruzaban gentes y bienes antes de la construcción de los puentes sobre el Támesis? ¿O que en plena City bancaria puedes relajarte en un jardín recluido en el antiguo claustro de una iglesia, destruída durante el Blitz? Estos y muchos datos no te pasarán desapercibidos si caminas las calles con alguien del lugar.
Pero no alguien cualquiera. En nuestro caso lo hicimos con Rubén, un gaditano que con salero, pasión y mucho conocimiento (¡y en español!) nos llevó a recorrer y descubrir Londres a nuestra manera. Parándonos donde nos interesaba, llenándonos de anécdotas y haciéndonos reparar en detalles que nos hubieran pasado desapercibidos. Acostumbrado a recibir españoles, nos ayudó en otras muchas cosas (reservas de billetes para el teatro, transporte, consejos gastronómicos y mucho más), ahorrándonos mucho tiempo y haciéndonos vivir la ciudad mas intensamente.
Comparte la vida diaria
La rutina del "turista" tiene pocos puntos en común con la gente que vive la ciudad como algo cotidiano. Habrá momentos en los que te cruces, compartas un lugar, un transporte, una actividad, sobre todo en fines de semana: la visita a un museo, un espectáculo, un paseo por parques o atracciones.
Por lo general, cuando la gente trabaja, estudia, va al médico, tú estás paseando; cuando salen a hacer la compra, tú estás de marcha o visitando museos. Sin embargo, es en esos momentos en que logras mezclarte con la gente del lugar, cuando llegas a tomarle su verdadero pulso.
Si haces el intento de adaptarte a la rutina de una persona común por un día, descubrirás otra ciudad. Desayuna temprano, deja el hotel y tómalo en una cafetería del barrio. Compra el diario, conversa con algún parroquiano. Usa el transporte público (en este caso, en Londres: el Metro o los buses) hasta una parada cualquiera. Bájate y camina, observa, pregunta. Entra en un edificio de oficinas, recorre un par de plantas.
Cómprate un bocadillo y sigue a los empleados que salen a tomar el almuerzo en alguno de esos rincones londinenses reservados para sus vecinos. Por la tarde, entra en un supermercado, una farmacia, o una frutería de una esquina cualquiera para mimetizarte con aquellos que vuelven a casa, con la compra bajo el brazo.
Tú volverás al hotel, con nuevas experiencias bajo el tuyo.
Fotos | María Victoria Rodríguez En Diario del Viajero | Mas consejos viajeros