Comenzamos a vivir el verano en el hemisferio norte, y ya comenzamos a ver los cuerpos extendidos al sol sobre las playas. Muchos de los duieños de esos cuerpos serán víctimas de un amor desmesurado por el sol, y algunos otros, que no veremos, sufrirán una fobia que les impide disfrutar de sus ventajas.
Que el sol hace bien a la salud en dosis controladas, lo sabemos. Un saludable tono tostado en la piel sienta bien, es seductor y nos hace olvidar de los meses más fríos.
Sin embargo, todos los extremos son malos y hay quienes sufren de tanorexia: una obsesión compulsiva que les lleva a poner en riesgo su salud en pos de un moreno perfecto de su piel.
En el otro extremo, tenemos a quienes sufren de tanofobia. Un transtorno que les hace sentir pánico ante el más leve roce de un rayo de sol, por las consecuencias que pueden derivarles. Estas personas, viven encerradas y sufren también desequilibrios en su salud por no recibir los efectos beneficiosos del sol.
Sin caer en estos extremos enfermizos, aconsejamos que disfruten del sol con precaución en las próximas escapadas o vacaciones de verano.
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