Ir al baño cuando viajas: a favor de la placa turca

Cuando uno viaja, uno de los elementos con los que tiene que compartir su día a día, del mismo modo que lo haría en su casa, es el baño. En este caso, dejando a un lado la bañera, la ducha o el lavabo, quiero centrarme únicamente en el inodoro, también conocido por el nombre de retrete, escusado, taza, wáter o “baza”, como lo llamamos en Cantabria.

Reciba el nombre que reciba, ese asiento de loza o porcelana debe proporcionarnos la seguridad indispensable para sentirnos a gusto a la hora de hacer nuestras necesidades. Esta claro que “como en casa, en ningún sitio”, pero si el asiento en cuestión cumple unos mínimos higiénicos, casi ninguno tenemos ningún problema en hacer uso del servicio del trabajo, un restaurante, e incluso el de un centro comercial. Aunque en algunos casos no nos atrevamos a sentarnos en él. O pasemos más tiempo limpiándolo con un rollo de papel que “usándolo”.

Pero me desvío del tema. Como decía, al viajar uno debe enfrentarse al dilema que supone encontrarse con baños diferentes a los que estamos acostumbrados. Sobre todo si se viaja por libre, haciendo nuestro el modo de vida local, y no en hoteles adaptados a los estándares occidentales.

Recuerdo el primer baño al que fui en India como si fuese hoy: Nada más que una placa turca en el suelo, desprendiendo un olor difícil de soportar. Por no mencionar que el uso del papel higiénico es algo que allí no se estila, y en su lugar emplean una “manguerita” o grifo para limpiarse con agua y la ayuda de la mano. Tardé en encontrar la posición adecuada para agacharme sin manchar el pantalón con el indescriptible suelo del habitáculo, y limpiarme sin mojarme la ropa, más de un cuarto de hora.

Afortunadamente, esa visita fue “corta”, ya que sólo tenía que hacer pis, pero cuando a los pocos días pillé la temida y casi inevitable “diarrea del viajero”, mis (frecuentes) visitas al servicio se convirtieron en una auténtica tortura. Hasta que me acostumbré.

A partir de ahí, y tras múltiples experiencias acumuladas en los baños de Nepal, Camboya, Indonesia o tantos otros países, el “inodoro turco” y yo nos hemos hecho íntimos amigos. Pero no he sido totalmente consciente de ello hasta hoy, en China, cuando al entrar en un baño público con (algo insólito) asiento, me he quedado mirándolo, desafiante, y pensando: “Y ahora, ¿cómo lo hago? Yo eso no lo toco ni loca”.

En un primer momento pensé hacer algo así, hasta que recordé este cartel que vi en Indonesia

Y es que viajar abre la mente, y lo que al principio puede parecernos algo abominable, termina convirtiéndose en lo más natural a nuestros ojos.

Soy una ferviente defensora de las placas turcas: me parecen las más higiénicas (especialmente en baños públicos como el de la primera imagen), y por qué no decirlo, nos obligan a adoptar la postura más natural para hacer “nuestras cosas”. En el caso de las mujeres, también para parir, pero eso es otro tema.

También defiendo el uso del agua para limpiarse. Al principio puede dar algo de asco (y eso que lo que tenemos que “tocar” es cosa únicamente nuestra), pero cuando uno lo piensa bien ¿no es mucho menos higiénico restregarse un trozo de papel seco, que tenemos que usar una y otra vez para obtener el resultado deseado? Por no entrar en el tema del gasto innecesario de papel que supone. O que ese papel no tiene la misma calidad en todo el mundo, y en algunos países parece que uno se esté limpiando con lija.

Admito que no es lo normal. Al fin y la cabo, “normal” es lo que hemos vivido y nos han enseñado. Conozco casos de personas que no sólo no llevan nada bien el uso de este tipo de escusados, sino que incluso llegan al extremo de sentirse tan incómodos ante la idea de tener que usarlos, que “se bloquean”, sufriendo por ello terribles molestias. También hay quien no concibe su visita diaria el servicio sin un buen libro para entretenerse al menos media hora.

Como viajeros, me interesa saber vuestra opinión. ¿Estáis a favor de las placas turcas o sois de los que necesitáis una taza de porcelana? ¿Os adaptáis a todo?

Imágenes | Fraboof, Carmen
En Diario del Viajero | De lavabos por Asia, El Museo del Inodoro, en Nueva Delhi

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