Hoy vamos a dar un paseo por 5 capitales con un estilo urbanístico indiscutiblemente soviético que recuerda los tiempos en que dichas ciudades fueron parte de la URSS. ¡Adelante!
Tashkent, Uzbequistán
La capital de Uzbekistán se encuentra hoy en día organizada entorno un centro de grandes avenidas imponentes y tan típicas en las ciudades soviéticas. No obstante, no es difícil encontrar signos de que uno se encuentra en Asia Central, una tierra con una historia milenaria por la que pasaron muchos imperios, culturas y religiones.
Así pues, encontrar mezquitas o antiguas madrazas junto a enormes bloques de estilo comunista sigue siendo posible. Además, la ciudad presume de ser una de las pocas de Asia Central (junto a Almaty en Kazajistán) que cuenta con metro, y éste es completamente parecido al de Moscú, con gloriosas decoraciones casi palaciegas.
Bishkek, Kirguistán
Siguiendo en Asia Central, la capital de Kirguistán, es otro claro ejemplo de urbanismo soviético. Sin embargo, en ella es mucho más complicado encontrar reminiscencias a una identidad propia histórica y cultural de Asia Central. Además, Bishkek fue una ciudad planeada para parecerse a las ciudades más europeas de la URSS, con grandes parques, fuentes, jardines y edificios señoriales.
Pese a no tener un sistema de metro, la ciudad está bien comunicada con un sistema de marshrutkas (taxis colectivos con rutas fijas típicos de los países ex-soviéticos) que inevitablemente recuerdan que hasta 1991 perteneció a la Unión Soviética.
Pyongyang, Corea del Norte
La capital del país más hermético del mundo es un claro ejemplo de arquitectura y urbanismo soviético fuera de Rusia. Además, se trata del único ejemplo de ciudad en ésta lista que no perteneció directamente a la URSS, aunque evidentemente sus lazos ideológicos y políticos fueron muy estrechos.
Su gran y eterno líder, Kim il Sung, quién mandó en el país hasta su muerte en 1994, se ocupó de construir una capital a imagen y semejanza de las mayores ciudades soviéticas de la URSS. Así fue como llenó Pyongyang de enormes (y vacías) avenidas, plazas y edificios. Un ejemplo vivo que parece existir en un mundo ajeno al del resto del planeta.
Ulán Bator, Mongolia
La capital de Mongolia, al igual que Tashkent, es una ciudad de estructura soviética pero que con el renacer de la nación y la restitución de la plena soberanía tras la caída de la URSS, supo conservar la tradicionalidad y la cultura en una urbe que no respondía a su identidad milenaria.
Fue así como los monasterios reabrieron y cobraron vida de nuevo en pleno centro de la ciudad. Del mismo modo, se cambiaron los nombres de las calles y plazas por los de héroes nacionales como el mítico Damdin Sükhbaatar. Finalmente, y como dato curioso, alrededor de las rectas avenidas del centro, se conformaron decenas de barriadas de gers, las casas tradicionales de los nómadas. Por todo ello, Ulán Bator es una ciudad peculiar e insólita.
Minsk, Bielorrusia
Mucho más cerca de nuestras fronteras, se encuentra la actual capital de Bielorrusia, la que se considera la última dictadura europea por su líder aferrado al poder desde 1994, el presidente Alexander Lukashenko. Tras su paso por la URSS, el país ha seguido un modelo férreo del que poco se sabe fuera de las fronteras del país.
Misnk podría parecerse a cualquier ciudad de la Rusia europea, y es que en tiempos de la Unión Soviética, se quiso establecer como una ciudad fuerte, puerta de entrada a la URSS desde Europa. Con sus teatros, sus galerías de arte y su metro recuerda perfectamente a una versión reducida de Moscú.
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