Sigiriya o la Roca del León, es un conjunto arqueológico situado en Sri Lanka, concretamente en la provincia Central, en el distrito de Matale. Allí se encuentran las ruinas de un antiguo palacio, un monasterio y otras edificaciones, construidas sobre una gran roca conocida como Lion's Rock. Sigiriya, la Roca del León es el tesoro de Sri Lanka y fue declarado lugar Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1982.
Esta fortaleza es una atalaya natural que servía como elemento de vigilancia y defensa ya que permitía divisar a los enemigos desde lejos. Tras una historia larga de unos 5000 años, fue abandonada, siendo redescubierta en 1908, siendo hoy espectacular imaginar lo que supondría milenios antes en su época de esplendor.
Sigiriya, La Roca del León
Como anticipo de lo que nos vamos a encontrar, desde la entrada vamos disfrutando de los Jardines Reales, una amplia extensión de terreno con construcciones, piscinas y otras edificaciones bajas, parterres y árboles de todo tipo. Viendo su tamaño y altura, es de suponer que para hacer esta construcción se utilizarían muchos animales de tiro para acarrear los ladrillos y otros elementos. Probablemente se usarían elefantes, bueyes y similares.
La ascensión a Lion's Rock es bastante dura. El comienzo es de lo más espectacular. Entre dos gigantescas garras de león esculpidas en la piedra, nacen unas escaleras de piedra de unos 20 peldaños, que dan paso a la escalera metálica clavada en los costados de la gran roca. Si sopla el viento, la sensación es vertiginosa.
Tras unos tramos empinados de escaleras que a los que padezcan de vértigo se les harán interminables, cuando los jadeos empiecen a tapar los comentarios de los que suben, de repente se avistan los gigantescos nidos de avispas a poco de comenzar de la ascensión.
Se trata de grandes avisperos de color negro, situados en el lateral de la roca, a media altura. Si os fijáis en la foto veréis a la altura del primer recodo de la escalera dos manchas negras situadas a la izquierda de la imagen y sobre la línea divisoria, otras tres o cuatro más. Esos son los grandes avisperos.
Ahí será donde recordaréis un cartel que habíamos visto abajo en la entrada. En ese momento, el silencio se adueñará de todos y se procurará seguir subiendo rápidamente y sin hacer aspavientos. Por suerte, el día que yo subí no hubo ningún ataque de avispas y todos logramos subir sin picaduras, sin más molestias que alguna sensación de cansancio tras la ascensión.
Una vez hayáis culminado la subida de las escaleras, os espera otro tramo complicado, subiendo la última parte en una escalera de caracol que da acceso a la parte más artística de esta maravilla: la cueva de la Cobra, donde veréis las pinturas de mujeres semidesnudas en la piedra, realizadas con la técnica de los "frescos".
Llama la atención lo "atrevidas" que son estas pinturas que representan a mujeres - no se sabe si concubinas, esposas o eran una especie de sacerdotisas -. En todo caso, sus encantos no pasan desapercibidos a los visitantes.
Al salir, se llega a un muro tan pulido que se conoce como el muro de Espejo, accediéndose finalmente a la zona superior o terraza, donde las ruinas de lo que fuera el palacio, el monasterio y otras construcciones de la época te dejarán boquiabierto.
Las vistas son impresionantes. Se aprecia la dimensión de la roca, la extensión de los jardines situados en la base y la soledad de la roca en la planicie circundante. También es curioso ver un cartel que viene a decir, "Abstenerse de tirar objetos", que nos llamó poderosamente la atención al usar la palabra Refrain que parece indicar, "refrena tus deseos". Suponemos que antes de ponerlo, habría mucho cafre que arrojase cosas hacia abajo.
La visita merece la pena, aunque cuesta unos 30 dólares la entrada. Es un lugar imprescindible, tanto por la contemplación de los frescos y las construcciones como por las vistas desde las alturas. También es muy gratificante la propia experiencia de la subida a Sigiriya, la Roca del León, sin duda uno de los tesoros más bellos y populares de Sri Lanka.
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