Cocinando con la energía de la Tierra

Encontrar lugares donde el agua o la tierra estén muy calientes es una rareza tal que, a grandes rasgos, podríamos afirmar que en el mundo solo existen tres principales fuentes geotérmicas: Islandia, Japón y Nueva Zelanda.

Por ejemplo, los maoríes neozelandeses, que vivían cerca de las aguas hirvientes de Whakarewarewa, solían emplear este agua para cocinar. Para ello, ponían el alimento, como la carne o las patatas, en bolsas de lino, para luego introducirlo en el agua hasta que estuvieran listos. Como un baño María al natural.

También en las regiones geotérmicas de Islandia se ha llevado a la práctica esta técnica de cocción durante siglos. E incluso actualmente, si viajáis hasta allí, descubriréis que se continúa elaborando un tipo de pan de centeno negro colocando la masa dentro de una lata para enterrarla en la tierra caliente que rodea las fuentes. El pan se cuece en 24 horas.

Antes de que se inventaran vasijas u ollas apropiadas, y que el fuego fuera tan sencillo como hacer chas, los pueblos antiguos probablemente usaron géiseres para cocinar alimentos crudos. Y es que cocinar en un géiser era mucho más ventajoso que hacerlo en el fuego: se evita encender laboriosamente el fuego, y se evita que la comida se chamusque por fuera y quede cruda por dentro.

El resto de pueblos antiguos, que eran la mayoría de la Tierra, tardaron siglos en descubrir las ventajas de calentar agua al fuego para cocinar los alimentos. Entre otras cosas porque acercar agua al fuego era peligroso: después de todo el percal de encender el fuego, podríamos apagarlo echándole el agua por encima.

Géiser en Yellowstone
La clave para cocinar con fuego y, sobre todo, con agua, estaba en inventar recipientes seguros y adecuados. Por ejemplo, los tallos de bambú ahuecados, que fueron recipientes de cocina vegetales usados en toda Asia. Los primeros indígenas yahgan de la Tierra del Fuego usaban las valvas de mejillón para recoger la grasa que goteaba de las focas al asarlas.

Aunque el recipiente más universal fue el propio estómago del animal.El mejor ejemplo de cocción de alimentos dentro del propio animal es el haggis, del que ya os expliqué mis experiencias en mi viaje a Escocia. Los haggis se cuecen en el estómago de una oveja.

Otro gran invento para cocinar fue el horno. Pero antes de que llegara el horno de gas o el horno microondas, se introdujo una suerte de horno natural. Por ejemplo, si viajáis a Irlanda encontraréis miles de restos de hoyos de roca escarbados en turberas acuosas. A ellas lanzaban rocas de cantos rodados muy calientes, hasta que el agua empezase a borbotear. Entonces se introducía la comida y se cubría todo con una capa aislante hecha de hierbas, hojas, piel o tierra para conservar el calor.

Si queréis probar la cocción a piedra, entonces lo mejor es visitar un picnic playero de Nueva Inglaterra, tal y como explica Bee Wilson en su libro La importancia del tenedor:

donde las almejas dulces, recién recogidas, se cocinan en la misma playa sobre una capa de piedras calientes, maderos flotantes y algas, que conserva el sabor de las almejas. Este método también se usa en las fiestas luau hawaianas, en las que se cubre un cerdo con hojas de plátano o taro y se entierra en un hoyo caliente (llamado imu) durante la mayor parte del día, para ser desenterrado al fin con gran pompa y ante el regocijo general.

Fotos | Wikipedia En Diario del Viajero | Cocina del mundo: mis tres platos preferidos | Cocina canaria

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