Winchester (2018), film de terror sobre la homónima mansión que protagonizan Helen Mirren (Sarah Winchester) y Jason Clarke, se estrenará dentro de poco. Podéis ver el tráiler un poco más abajo.
Lo que poca gente sabe es que el argumento, totalmente surrealista, es real. Y que la casa se puede visitar actualmente. Una casa alucinante que se diseñó para enloquecer a los fantasmas.
Winchester Mystery House
Winchester Mystery House es la extravagante mansión donde vivió la viuda del creador del famoso rifle Winchester, la primera escopeta de repetición fiable y de precio asequible que tantos indios mató en las películas del oeste.
Situada en la ciudad californiana de San José, en Estados Unidos, la mansión empezó a construirse en 1884 y no terminó hasta 1922. Bueno, a decir verdad no terminó la obra sino la vida de Sarah Winchester, y con ella también terminaron sus excéntricos caprichos arquitectónicos. El ejército de albañiles, carpinteros y pintores estuvo 38 años trabajando sin un solo día de descanso, las 24 horas del día, y, sobre todo, sin hacer preguntas, aunque las ordenes de la patrona muchas veces no tuvieran ningún sentido y jamás dispusieran de planos de construcción.
Al parecer, tras la muerte de su marido, William Wirt Winchester, a causa de la tuberculosis, Sarah Winchester se entregó al espiritismo, algo común en la época. Una de tantas mercachifles de lo sobrenatural le comunicó a la señora Winchester que todos los espíritus de las personas que habían sido víctimas del rifle Winchester se le iban a aparecer en busca de venganza, y que la única forma de eludirlos sería mudarse a la costa oeste para construirse una casa que jamás interrumpiera su construcción. De hacerlo, moriría.
Así que para evitar al alud de fantasmas indignados, la heredera de Winchester Rifle Co. echó mano de su fortuna (unos 20 millones de dólares, además de unos ingresos diarios de unos 1.000 dólares) para protegerse de los muertos tal y como le había sugerido la médium.
Para ello levantó una gigantesca mansión, abundante en torres y almenas y con aires versallescos, donde pretendía vivir protegida del Más Allá. De modo que adquirió una casa en el valle de Santa Clara, California, que sólo tenía 6 habitaciones pero que aún estaba en construcción y se situaba en un terreno de 162 acres. Y prescindiendo de cualquier plan arquitectónico, contrató a un buen destacamento de albañiles y carpinteros, poniéndose manos a la obra.
La señora Winchester siguió una serie de arcanas reglas que, según ella, despistarían a todos aquellos fantasmas que tenían un tiro de Winchester en el pecho. Se cuenta que estas reglas se las inspiraba un espíritu bueno llamado Clyde que se le aparecía cada noche en sus sesiones de espiritismo. Aparte de las 160 habitaciones, 954 puertas, 47 chimeneas (muchas de ellas no servían para nada pero al parecer eran entradas al mundo de los espíritus), 52 tragaluces y 6 cocinas, 13 baños, campanario, un laberinto que serviría para desorientar a cualquiera (incluidos los fantasmas), la casa contaría con otras particularidades jamás llevadas a cabo por ningún arquitecto (a no ser que busque perder su trabajo).
Hay escaleras en forma de Y y escaleras con numerosos escalones, pero de pocos centímetros de altura. Y también había muchos detalles que dejaban de manifiesto la obsesión supersticiosa de la dueña por el número 13: lámparas de araña y candelabros de 13 brazos, escaleras de 13 peldaños (o de un múltiplo de 13), 13 baños en total, todas las rejillas de desagüe tienen 13 agujeros, muchas ventanas están compuestas por 13 paneles, el pavimento de la entrada está dividido en 13 sectores, en algunos dormitorios había armarios con 13 ganchos para colgar 13 vestidos; y cada viernes 13 tañen 13 campanadas desde el campanario.
Además, el testamento de la señora Winchester fue firmado 13 veces y contenía 13 secciones (en él legó su casa a su sobrina Mrs. Marian Merriman Marriot, pues la <
Para orientarse en este anárquico laberinto, la propietaria debía emplear un aparatoso mapa como si se internara en una región desconocida; y para que los criados supieran dónde estaba a fin de cumplir sus demandas, también empleaba una extraño aparto con aspecto de timbre y portero automático: según desde dónde pulsaras el timbre, en la pantalla del aparto aparecía un u otro número que indicaba la procedencia del timbrazo. Y, por supuesto, en las noches de tormenta, cuando las velas amenazaran con apagarse, no sería extraño imaginar también a Sarah pertrechada con un rifle Winchester, para rematar a los espectros. Se dice que, ya anciana, pero siempre con una memoria prodigiosa, podía recitar uno a uno los objetos de cada habitación. Y cuando no podía dormir, tocaba su gran piano hasta altas horas de la madrugada.
El 4 de septiembre de 1922, Sarah Winchester murió mientras dormía a la edad de 83 años; pocas horas antes había participado en otra sesión de espiritismo en una habitación dedicada para ello. La herederá de todas sus posesiones, incluida la casa maldita, fue su sobrina, Marian Marriot. Finalmente, el inmueble fue vendido a un grupo de inversores que tenía la intención de convertirlo en una atracción turística, aunque, al parecer, tuvieron serias dificultades para conseguir retirar todos los muebles y posesiones de Sarah: los encargados de ello se perdían continuamente y cada poco aparecían nuevas habitaciones que no habían visto antes. En la actualidad, la casa ha sido declarada <