Estuvieron a punto de demolerla en la década de los 70, cuando llevaba demasiados años abandonada, aunque por suerte se rehabilitó y se reabrió en 1986, ya como museo. Situado a la orilla izquierda del Sena, muy cerca del espectacular Puente Alejandro III, ofrece una de las postales más bellas de la capital francesa.
Una de las ventajas del Orsay respecto al inmenso Louvre es que se puede recorrer completo en un solo día, sin cansarse y sin dejarnos nada por ver. La colección, en gran parte proveniente del Louvre, ocupa tres niveles.
En la planta baja encontraremos obras del siglo XIX, hasta 1870. Aquí, bajo la inmensa nave central, hay gran cantidad de esculturas de materiales y tamaños variados (Carpeaux, Daumier, Degas, Rodin…). El nivel medio muestra un fabuloso art nouveau decorativo (quizá sea esta la sección que más me guste) y pinturas y esculturas de fines del XIX y mediados del XX. El nivel superior, el más concurrido, alberga la colección de arte impresionista y postimpresionista. Monet, Manet, Renoir, Cézanne y Van Gogh son aquí las estrellas indiscutibles.
El Orsay es el tercer museo nacional francés en cuanto a visitantes se refiere, por lo que las colas para entrar están aseguradas. Sin embargo, hacerse con la Paris Museum Pass nos puede ahorrar esta engorrosa espera, y sobre todo si pensamos entrar a otros museos o monumentos, sale muy muy rentable, no sólo en tiempo, sino también para nuestro bolsillo.
Sitio Oficial | Musée d’Orsay