Japón merece visitarse en cualquier época del año a fin de disfrutar de su mezcla totalmente armónica de tecnología y progreso con sus costumbres más tradicionales. Sin embargo, si visitamos esta tierra en el mes de diciembre podemos celebrar dos de los días más friquis, nerds y geeks de todo el año.
El primero se celebra el 16 de diciembre, que es el Aniversario del Incidente Pokemon, ahora considerado Día Nacional del Pokemon. Al parecer, justo este día de un año 1997, más de 600 niños japoneses fueron trasladados al hospital después de sentir mareos, sufrir vómitos e incluso algunos mostrar ataques epilépticos después de ver un episodio de Pokemon.
El capítulo de marras fue titulado Electric Soldier Porygon (o en español, Soldado Eléctrico Porygon). Se descubrió que el cambio rápido entre los colores rojo y amarillo en la escena que causó las convulsiones es una reacción de un forma de epilepsia que nunca antes había sido diagnosticada en Japón.
KFC navideño
El otro día que no puedes perderte es Navidad. ¿Por qué es tan especial la Navidad japonesa? Pues porque aquí no se celebra, o se celebra de otro modo. Allí, el día de Navidad es día de KFC, es decir, de la cadena de restaurantes de comida rápida Kentucky Fried Chicken.
Desde 1974, en Japón se celebra la Navidad zampando pollo frito del Coronel Sanders. Y todo gracias a una campaña lanzada por este establecimiento en aquel año.
Navidad sin Navidad
Solo en 1% lo hace en honor al nacimiento de Jesús, el 25 de diciembre (aunque las calles se decoren con la misma estética que los países occidentales). Otro grupo acuden a comer al KFC. Pero también hay quienes han trasformado ese día en una suerte de San Valentín nipón. Las parejas de novios se intercambian regalos, al tiempo que se llenan restaurantes y hoteles.
Lo que sí parece una tradición más vinculada con la Navidad, al menos en el nombre, es el Pastel de Navidad, una tarta de nata y fresas que se regala a familiares y amigos.
También es muy curioso contemplar el abeto de 15 metro de altura que se coloca cada año en Tokyo, típicamente navideño, a los pies de la Torre de Tokyo.
Y todavía más raro es que mucha gente ha empezado a disfrazarse de Santa Claus, sencillamente porque es una tradición occidental muy cool. Y todavía es más raro si tenemos en cuenta que los japoneses ya cuentan con su propia criatura fantástica que reparte regalos: el monje budista Hotei-osho, uno de los siete dioses de la buena suerte.
No sé vosotros, pero yo un año de estos quiero pasar unas navidades sin navidades (y con navidades) en un ambiente tan marciano como éste.